Virginia Nunes
(1956-2024)

Catedrática de genética de la Universidad de Barcelona e investigadora del IDIBELL, nos dejó el pasado 24 de mayo a la edad de 67 años. Queremos que estas palabras sirvan para recordar su trabajo científico y docente, y sobre todo para recordar su valor personal y calidad humana.

Virginia Nunes nació el 15 de agosto de 1956. Se licenció en Ciencias Biológicas por la Universidad Autónoma de Barcelona. Realizó su tesis doctoral sobre genética humana en el Hospital de Sant Pau bajo la tutela de la Dra. Montserrat Baiget, donde estudió enfermedades genéticas sanguíneas como la talasemia y las hemofilias. Posteriormente, realizó una estancia en el laboratorio del INSERM en el Hôpital Henri Mondor (Créteil, Francia). En 1990, ganó una plaza de investigadora en el IRO (ahora IDIBELL), donde estuvo hasta la actualidad siendo responsable del Centro de Genética Médica y Molecular. Cuando trabajó en el laboratorio del Dr. Xavier Estivill, realizó muchos avances genéticos en la fibrosis quística, una de las enfermedades hereditarias más comunes.

A principios de los años 90, inició una colaboración con el Dr. Manuel Palacín sobre la cistinuria, uno de los primeros trastornos del metabolismo descritos. Su trabajo colaborativo los llevó a identificar el primer gen responsable de una enfermedad genética en España, la cistinuria, al que le siguieron otros genes de enfermedades relacionadas con el transporte de aminoácidos. Su preocupación por la genética de las enfermedades raras dentro de la red CIBERER le llevó a liderar los estudios iniciales del papel del ADN mitocondrial en el síndrome de Wolfram, También estudió otras patologías relacionadas con el ADN mitocondrial en colaboración con el Dr. Francesc Cardellach. Una vez demostrada su capacidad en la identificación de las causas genéticas de enfermedades raras, Virginia quiso abordar la generación y estudio de modelos animales de estas enfermedades, para así avanzar en sus mecanismos fisiopatológicos, y sobre todo, para desarrollar nuevas estrategias terapéuticas. En esta fase, colaboró con el Dr. Raúl Estévez en las bases moleculares de la enfermedad Leucoencefalopatía megalencefálica, una afectación de la mielina.

En la cistinuria, fue capaz de desarrollar un medicamento para su tratamiento, que fue aprobado por la Agencia Europea del Medicamento, La patente de este medicamento fue licenciada a una empresa farmacéutica que está actualmente preparando la realización de ensayos clínicos.

De este modo, Virginia Nunes fue capaz de cerrar una carrera científica brillante, desde el descubrimiento de nuevos genes de enfermedad a identificar nuevos tratamientos contra estas, gracias al uso de los conocimientos obtenidos a partir de modelos animales. Es su trabajo sin duda un ejemplo para otros investigadores en el estudio de enfermedades raras.

Virginia se incorporó posteriormente al Departamento de Ciencias Fisiológicas de la Universidad de Barcelona, en el campus de Bellvitge, donde constituyó la Unidad de Genética. Allí impregnó a sus estudiantes de Medicina y Ciencias Biomédicas de sus conocimientos de genética. Virginia disfrutaba de la docencia y del contacto con sus estudiantes. Como buena profesora, deja una huella imborrable en sus alumnos y otros profesores de la Facultad.

A pesar de su excelente trayectoria científica y docente, lo que más recordamos sus colaboradores y amigos de Virginia es su personalidad. Siempre recordaremos a Virginia con una sonrisa en su rostro o con una forma de reír inimitable, incluso en los momentos más difíciles de su enfermedad. Así mismo, incluso cuando ya parecía que había ninguna solución para su enfermedad, su positivismo estaba siempre presente. Su forma de actuar será indudablemente una fuente de inspiración para todos nosotros en los años venideros.

Quizás su personalidad sea el resultado de haber vivido en una familia afable y artística, no en vano su padre fue uno de los directores de cine representativos de la Escuela de Barcelona. Tal vez su entorno familiar también le inspiró a ser siempre una persona dispuesta a colaborar y ayudar. Pero, es esencial recalcar que Virginia siempre defendía aquello que consideraba justo y criticaba las actitudes que ella no veía bien, hablando con sinceridad y sin ataduras. Aun así, sus críticas quedaban empequeñecidas por su sonrisa y esa risa característica que mencionábamos, tenía la habilidad de aplacar el viento de la discordia, devolviendo la calma al mar bravío.

Descansa en paz, amiga…