El Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2024 ha sido para los genetistas estadounidenses Victor Ambros y Gary Ruvkun por el descubrimiento de una clase de pequeñas moléculas, los micro-ARN, que tienen un papel crucial en el control de la expresión genética.
“Su revolucionario descubrimiento reveló un principio completamente nuevo de regulación génica que resultó ser esencial para los organismos pluricelulares, incluido los humanos. Ahora se sabe que el genoma humano codifica más de mil micro-ARN”, destaca la Academia sueca.
Victor Ambros, trabaja en la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts en Worcester, y Gary Ruvkun en el Hospital General de Massachusetts (MGH) en Boston.
Regulación de la actividad de los genes
Comprender la regulación de la actividad de los genes ha sido un objetivo importante durante mucho tiempo. En la década de 1960 se demostró que proteínas especializadas, conocidas como factores de transcripción, pueden unirse a regiones específicas del ADN y controlar el flujo de información genética determinando qué ARNm se produce.
Desde entonces, se han identificado miles de factores de transcripción, y durante mucho tiempo se creyó que se habían resuelto los principios fundamentales de la regulación génica.
No obstante, en 1993, los galardonados con el Nobel de este año publicaron hallazgos inesperados que describían un nuevo nivel de regulación génica, que resultó ser muy significativo y conservado a lo largo de la evolución.
Ambros y Ruvkun, publicaron sus primeros descubrimientos clave en 1993 cuando trabajaban como investigadores posdoctorales del mismo grupo. Identificaron dos genes que intervienen en el desarrollo del gusano Caenorhabditis elegans. Las mutaciones en estos genes impedían que los embriones del gusano se desarrollaran adecuadamente. Trabajando en laboratorios separados, Ambros se sorprendió al descubrir que uno de los genes no codificaba una proteína, sino que producía una cadena de ARN curiosamente corta. El trabajo de Ruvkun sobre el segundo gen que sí codificaba una proteína, ayudó a completar el cuadro. Los investigadores descubrieron que la cadena del ARN, posteriormente llamada micro-ARN, se unía al ARN mensajero codificante de la proteína, impidiendo su traducción.
Durante años, el descubrimiento se consideró una peculiaridad exclusiva de los gusanos, sin mucha relevancia para otros organismos. Sin embargo, esta visión cambió en 2000, cuando el equipo de Ruvkun identificó otro micro-ARN de C. elegans que, era compartido por humanos, ratones y la mayor parte del resto del reino animal. El descubrimiento de que los micro-ARN se conservan en todo el árbol de la vida ha llevado a una intensa investigación en este campo.
Estudios en ratones con genes codificadores de micro-ARN mutados demuestran que estas moléculas tienen funciones cruciales en el desarrollo, la fisiología, y el comportamiento entre otras actividades.
Si bien las posibilidades terapéuticas de los micro-ARN son todavía lejanas, los investigadores esperan algún día aprovechar estos reguladores maestros para identificar y tratar enfermedades.
https://www.nature.com/articles/d41586-024-03212-9
El Premio Nobel de Medicina para Ambros y Ruvkun por el microARN | madrimasd