Con el número de diciembre de 2024 inicio, con ilusión, mi etapa como directora de la Revista SEBBM. Agradezco a Antonio Ferrer, ahora presidente de la Sociedad, a Ana Mª Mata, directora adjunta y al comité editorial, la confianza que han depositado en mí para continuar esta empresa. El camino, primero emprendido y luego continuado con empeño, ingenio y maestría, por los que me precedieron -Carlos Gancedo, Joan Guinovart, Miguel Ángel de la Rosa, Antonio Ferrer-, invita a proseguirlo con renovado empeño. También agradezco el apoyo y colaboración de los responsables de las diferentes secciones de la revista que continúan al frente: Carmen Aragón, Ángel Herráez, María Monsalve, Juli Peretó, Joaquim Ros, Ismael Gaona.
Tal como mostraba la exposición Revista SEBBM: un observatorio de la actividad y política científicas en España, presentada el pasado año con motivo del sexagésimo aniversario de la SEBBM en el Congreso de Zaragoza, la revista ha tenido diferentes etapas desde que empezó a rodar en 1963 –circulares, boletines, revista-. Cada una de ellas vino acompañada de un cambio en el diseño y en los contenidos. Hoy, la renovada Revista SEBBM también incorpora novedades –cambio en el diseño de la portada, rotulación, maquetación y publicación-. A partir de ahora la revista se publica sólo en formato digital, accesible a través de nuestra web Revista SEBBM.
Terminamos el año conociendo los galardonados con los Premios Nobel en Fisiología o Medicina, en Física y en Química. Tres premios que reconocen investigaciones de gran impacto científico y social, muy ligadas a la actividad que realizan grupos de socias y socios SEBBM. Y dos de ellos especialmente conectados con este número de diciembre, dedicado a la ‘Inteligencia artificial en Biociencias’ cuyo dosier ha coordinado Ana Mª Rojas, investigadora del CSIC en el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (CABD). Al encargar el dosier, por cierto, no se conocía el fallo de los premios, pero éramos muy conscientes de la actualidad e importancia del tema. Los premios Nobel 2024 en Física y en Química reconocen trabajos que sientan las bases para el aprendizaje de las computadoras, necesarias para el desarrollo de la ‘Inteligencia artificial’ (IA), y que han conducido al diseño computacional de proteínas, y a la predicción de estructuras proteicas con su ayuda. Os invito a leer el análisis de Javier Sancho sobre este tema en la sección ‘A Fondo’.
Los trabajos de los galardonados han demandado grandes dosis de creatividad, ingenio y audacia, a la vez que profundos conocimientos básicos. Y también importantes dotes para la comunicación de los resultados y de los logros que han ido consiguiendo. Este es un aspecto fundamental para captar los recursos necesarios para la investigación y para atraer el interés de la comunidad científica. La comunicación de calidad es una herramienta esencial para aumentar el impacto de las investigaciones, establecer redes de colaboración y, en el caso del desarrollo de aplicaciones, conseguir fieles usuarios de las mismas. El artículo de Carlos Gancedo en la sección ‘Educación’ da un toque de atención sobre algunas cuestiones prácticas relacionadas con ello.
Todo esto me lleva a reflexionar sobre la importancia de la interdisciplinariedad, la comunicación y la divulgación en la actividad científica, dado que también estas tienen un aspecto social. La comunicación científica es cultura. El modo de relacionarnos ha cambiado vertiginosamente en la última década. No somos sólo individuos sociales, sino individuos socio-tecnológicos, estrechamente vinculados a las tecnologías digitales, de las que dependemos quizá demasiado. Ya se ha acuñado la expresión Homo digitalis. Nuestra realidad, actividad, comportamiento e interacciones se están transformando en información cuantificable (datos) que pueden ser medidos, analizados y explotados. La ‘Inteligencia artificial’ ha comenzado a alterar esa interdependencia. Los cambios nos están obligando a rediseñar las estrategias de comunicación y divulgación, y nos hacen reflexionar sobre si realmente nuestros mensajes llegan de forma fiable a los destinatarios finales y cumplen su objetivo.
¿Hay sobresaturación de canales y mensajes? Es patente que el trabajo científico y la transferencia de resultados se están viendo beneficiados de la era digital y de la IA. Pero también hay incertidumbres y cuestiones éticas que resolver. ¿Se ve afectada la autoría, la creatividad, la responsabilidad o la veracidad de los resultados y mensajes? La proliferación de bulos y noticias falsas es una amenaza importante para la sociedad. También se cuestiona la neutralidad de los productos basados en IA y sus sesgos. Los gobiernos europeos no son ajenos a estas cuestiones. Para regular su uso, en abril de 2021, la Comisión Europea propuso el primer marco regulador de la UE para la IA, y el 12 de julio de 2024 se publicó la “Ley de Inteligencia Artificial” que entró en vigor el 1 de agosto. La Ley está diseñada para garantizar que el desarrollo de la IA y utilización en la UE sea fiable y proteja los derechos fundamentales de las personas.
La comunidad científica, así como las academias, fundaciones y sociedades científicas, incluida la SEBBM, realizan un gran esfuerzo para canalizar actividades fiables de difusión de la ciencia y del conocimiento científico actual que lleguen a todo tipo de público, tanto especializado como público general. Es todo un reto adaptarse a estos nuevos tiempos.
No puedo terminar esta editorial sin expresar mi dolor y tristeza por las consecuencias y personas fallecidas a causa de la DANA que tan trágicamente ha afectado a la Comunitat Valenciana, y a otras comunidades, los últimos días del pasado octubre. Mucho ánimo a los que os habéis visto afectados.