Vocaciones: la crisis silenciosa

La ciencia, la innovación y el emprendimiento necesitan de materia gris y, sobre todo, de vocaciones que nos aseguren respuestas en forma de talento profesional para atender las grandes macrotendencias del siglo XXI, como las transiciones energética y digital. Se estima, por ejemplo, que la industria biotecnológica en España generará 11.000 empleos en los próximos cinco años. La cuestión es si contamos con recursos suficientes para atender esta demanda y en qué condiciones.

¿Quién no recuerda aquella frase de Mamá, quiero ser artista popularizada por Concha Velasco? Esta expresión cautivó el deseo de toda una generación por brillar en los escenarios y conquistar el mundo del espectáculo. Ser artista representaba, y así lo sigue siendo, una mezcla de talento, dedicación y ambición por triunfar frente a un público real. Sin embargo, hoy esa frase ha evolucionado y en pleno siglo XXI, podemos decir sin tapujos algo así como Mamá, quiero ser youtuber, o Quiero ser influencer.

Esta transformación no es casual; refleja cambios profundos en las aspiraciones de un segmento de la población que mide el éxito en likes. El estudio La generación Z desea ser youtuber y/o influencer. Factores que determinan esta tendencia publicado en 2022 por María Pilar Arenas, Antonia Ramírez-García y Rosa Ruiz (Universidad de Córdoba, España) en Comunicación y Tecnologías emergentes revela que el 46,9% de los adolescentes siente atracción por las profesiones de youtuber y/o influencer, lo que contrasta con el perfil profesional aspiracional de hace apenas dos décadas, cuando carreras como medicina, derecho o ingeniería figuraban entre las más deseadas.

Parte de este cambio en las aspiraciones juveniles puede atribuirse a la revolución digital. Según un estudio de la American Psychological Association, la constante exposición pública fomenta una percepción del éxito como algo superficial, todo lo contrario a lo que ocurre con la construcción de lo que llamamos vocaciones científicas, que necesitan cimientos sólidos tanto culturales como educativos para que puedan asentarse en un terreno tan dinámico y versátil como es la innovación, la investigación o el emprendimiento.

Aunque su herencia sigue viva, lejos quedan referentes científicos que abrían camino en el mundo y servían de inspiración para jóvenes que veían en la ciencia una opción de vida. Mientras Concha Velasco encandilaba al público y a la crítica, científicos como Severo Ochoa, premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1959, mostraban al mundo que el talento español podía alcanzar la cima de la excelencia; la bioquímica Margarita Salas marcaba un antes y un después en la ciencia española, y se convirtió en un símbolo del esfuerzo y la dedicación necesarios para abrirse paso en un campo dominado por hombres…

Dudas razonables

Esta transformación en los modelos de éxito, en la búsqueda de referentes, plantea retos importantes. España viene arrastrando desde hace años una crisis silenciosa que lanza serias dudas sobre cómo de preparado está nuestro país en cuestión de talento, de personas o de recursos para afrontar las grandes megatendencias del siglo XXI, como son la transición energética o la digitalización. Y lo cierto es que, según la radiografía que nos facilitan instituciones, organismos internacionales, fundaciones o empresas privadas, no pinta muy bien el asunto.

Vaya por delante el primer dato global extraído del informe The future of jobs 2020 del World Economic Forum, que prevé que unos 85 millones de puestos de trabajo se volatilizarán como consecuencia de la irrupción de la digitalización, por una tasa de reposición de 97 millones de nuevos empleos relacionados con la inteligencia artificial o la creación de algoritmos, entre otros. Es decir: la demanda de talento no quedaría cubierta de seguir la tendencia abierta desde hace décadas por la desafección del alumnado por las disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), imprescindibles para el desarrollo social y económico de la sociedad tal y como la conocemos en la actualidad. Y es que este mismo documento de análisis proyecta que para el año 2030, el 75% de los empleos más demandados requerirán competencias en STEM, lo que pone de relieve la urgencia de incrementar la formación en estas áreas.

La Fundación CYD es explícita al respecto y nos alerta del reducido porcentaje de titulados en STEM en nuestro país, cuarto lugar por la cola entre los 27 países de la UE, tras Chipre, Malta y Bélgica; y pese a que los países que invierten en programas sólidos de educación STEM desde etapas tempranas son los que logran no solo atraer más estudiantes a estas disciplinas, sino también retener a profesionales cualificados en áreas de alta tecnología, según Eurostat (2022), solo el 6% de los jóvenes españoles completan estudios en áreas STEM, frente al 9% de la media europea.

De forma adicional, el estudio de Fundación COTEC e IVIE Mapa de Talento 2023 apuntala a España como un país exportador de conocimiento: el 43% de los trabajadores españoles que emigraron en 2019 lo hicieron para ocupar un puesto altamente cualificado, mientras que sólo el 11,3% de los extranjeros que vinieron a trabajar a España ocupaban ese perfil. Además, el 39,9% de los emigrantes españoles acabaron desempeñando ocupaciones elementales o manuales, frente al 84,9% de los extranjeros que llegaron a España; sin olvidar que más de la mitad de la masa de emigrantes que se fueron tenía estudios superiores, frente a casi la cuarta parte de los inmigrantes que llegaron. Una tormenta perfecta.

Esta situación ya se siente en las empresas, que se muestran abrumadas ante esta situación deficitaria. Por ejemplo, Fundación Telefónica estima que la demanda de profesionales TIC crecerá un 17% en los próximos años, mientras que, en otro escenario, el sector biotecnológico proyecta un crecimiento anual del 7,4% hasta 2030, prediciendo esta comentada necesidad de personal investigador y técnico. Así, se estima que la industria biotecnológica en España generará 11.000 empleos en los próximos cinco años (ASEBIO), con un volumen de mercado de unos 6.000 millones de euros para 2025.

Un informe realizado por Ramstad para 2024 (entre 800 empresas) revela que conseguir el talento que necesitan es el “principal desafío en materia de recursos humanos”. Un 75% de las empresas experimenta de forma directa la falta de profesionales cualificados, seguido de la competencia en el sector (es decir, que el profesional tiene muchas empresas entre las que elegir).

Pero vamos al origen

La ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, lanzó hace meses una interesante reflexión en un foro organizado por Europa Press sobre la formación y capacitación del profesorado español, primer pilar del despertar científico del alumnado. “Muchos profesores y profesoras ya vienen con sus propias manías hacia las Matemáticas, con su propia pelea con las carreras de Ciencias, lo que terminan transmitiendo también a los alumnos y alumnas”, aseguró la ministra. “Existe un sesgo en la carrera de Magisterio, que es cursada mayoritariamente por mujeres, y como tales, a menudo transmitimos esos mensajes sociales a los estudiantes. Otro dato importante es que la mayoría de los profesores y profesoras han elegido previamente carreras de letras, no de ciencias, por lo que ya traen consigo sus propios prejuicios hacia las Matemáticas, su propia pelea con las carreras científicas, y eso lo transmiten. Es necesario trabajar este tema con el profesorado para que pierda el miedo a las disciplinas científicas, evitando así que lo transmitan, y ofrecerles una formación específica con perspectiva de género” (ver en Youtube).

Las palabras de Morant vienen al pelo para intentar justificar los resultados del último Informe del Programa para la Evaluación Integral de Alumnos (PISA 2022) que elabora cada tres años la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y descargar, en parte, la responsabilidad en el cuerpo docente. En la evaluación realizada en Matemáticas los estudiantes españoles obtuvieron 473 puntos, lo que supone su peor resultado en la historia del informe (ya que desde 2003 siempre han obtenido al menos 480 puntos) y 8 puntos menos que en 2018, cuando obtuvieron 481 puntos.

Para Patricia Senent, Graduada en Bioquímica por la Universidad de Murcia y profesora de Educación Secundaria en Biología y Geología (además de youtuber con canal propio), hay varios factores que pueden estar relacionados con estas deficiencias. “Para empezar, la manera en que el sistema educativo estructura las asignaturas científicas. En muchas materias de Ciencia, como Física o Química, los contenidos a impartir son muchísimos, además de ser muy abstractos y matemáticos, y se presentan como un montón de teorías y fórmulas que pueden ser difíciles de entender. Eso puede lograr que los estudiantes se sientan desmotivados o incapaces de comprender ciertos temas”.

Por otro lado, sugiere la docente, “la mayoría de las clases se centran en la teoría, porque no tenemos tiempo ni recursos para realizar actividades prácticas”. “A pesar de los esfuerzos que realizamos para hacer la Ciencia más amena, la cantidad de contenidos a impartir, la falta de materiales (trabajo en un instituto público) y las pocas horas semanales asignadas a cada asignatura nos obligan a priorizar la teoría sobre la práctica. Esto nos limita y, aunque intentamos incluir ejercicios divertidos y prácticas experimentales, muchas veces vamos a contrarreloj porque hay que terminar el temario como sea”. ¿El resultado? Los estudiantes, según manifiesta, perciben la Ciencia como una serie de conceptos que deben memorizar, en lugar de una asignatura práctica y dinámica que tiene aplicaciones en el mundo real. “Habría que centrarse también en una reestructuración del temario para permitir un enfoque más práctico y así mejorar la motivación y el interés del alumnado”, declaró.

Daniela es una estudiante sevillana de Bachillerato. Reconoce que la Investigación, la Ciencia y la Innovación son conceptos esenciales de avance social y generadores de bienestar y riqueza. Sin embargo, y pese a sus tímidos flirteos con asignaturas de Ciencias, se ha decantado por una carrera de Letras. “Veo bastante lejos el mundo de los laboratorios, de la docencia, y lo veo desde la perspectiva de tiempo, porque ejercer la carrera investigadora es bastante complicado”, subraya.

Como Daniela, en España, el Informe sobre la Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología de 2022 (FECYT) revela que el 77% de la población tiene una visión positiva de la Ciencia, pero solo el 12% de los jóvenes se plantea cursar estudios relacionados con disciplinas STEM, datos que muestran una tendencia preocupante porque, aunque la ciencia es valorada como “importante”, los jóvenes no logran conectar esta apreciación con una decisión profesional o vocacional.

Profesorado: la falta de consenso, hándicap principal

Pero además de la opinión de Patricia Senent, también existen encuestas dirigidas al profesorado. Y el estudio VII Informe Young Business Talents: La visión del profesor va más allá y destaca los puntos negros sobre la situación educativa en España. Por ejemplo, las conclusiones de este trabajo señalan que la ausencia de un pacto de Estado educativo es identificada por el 40,9% del profesorado como la principal debilidad, destacando, además, la falta de consenso en los cambios educativos.

En segundo lugar, señalan la alta ratio de alumnos por clase y la falta de recursos educativos, con un 17,3% y un 16% de los profesores, respectivamente. Con relación a la preparación para la vida laboral, el 73,7% de los profesores considera que los alumnos no están adecuadamente preparados, siendo la falta de participación de los alumnos y sus familias (67%) y la saturación en las aulas (33%) las principales causas identificadas.

Abordar la brecha de género en STEM

Además de la falta generalizada de vocaciones STEM, España se enfrenta a otro reto significativo: la brecha de género. Aunque en nuestro país las mujeres se incorporan cada vez más y a mayor ritmo que los hombres a las carreras científicas, no lo hacen por igual en todas las áreas, según el informe Científicas en Cifras 2021. Este destaca la necesidad de fomentar las vocaciones científicas y técnicas entre las jóvenes, como demuestra el hecho de que, aunque las mujeres son el 56% de las universitarias, en áreas como la ingeniería o la tecnología solo representan el 25,4%.

Según CYD 2023, esta subrepresentación limita el acceso de las mujeres a sectores de alto crecimiento y perpetúa estereotipos de género que disuaden a las niñas de elegir carreras científicas o tecnológicas. Esta brecha de género no es solo un problema de equidad y tiene profundas repercusiones para la economía y la innovación. La OCDE (2019) ha demostrado que los equipos diversos, tanto en género como en experiencia, tienden a ser más innovadores y mejores a la hora de resolver problemas complejos. La inclusión de más mujeres en STEM no solo es una cuestión de justicia social, sino también de mejorar la competitividad y la capacidad innovadora de las empresas y las industrias.

Por otro lado, y como buena noticia, es alentador observar que España sobresale en el ámbito de las patentes, con un 46% de las solicitudes que incluyen al menos a una mujer inventora, superando significativamente el promedio del 27% de los Estados miembros de la Oficina Europea de Patentes (OEP). Sin embargo, es importante destacar que la representación de mujeres varía según el sector. Por ejemplo, en ingeniería mecánica, solo el 14% de los inventores son mujeres, mientras que en química esta cifra alcanza el 50%.

Periodismo científico y divulgación

La encuesta on-line anual Edelman Trust Barometer 2024, realizada en 28 países y que ha contado con la participación de 32.000 personas, formula una pregunta muy directa en su último sondeo: ¿En quiénes confiamos para comunicar honestamente la innovación? La respuesta no es baladí: los científicos, con un 82% de las afirmaciones, mientras que los periodistas ocupan la sexta plaza (36%) por detrás de “alguien como yo” (74%), expertos técnicos en empresas (70%), representantes de ONG’s (44%) y CEO’s (43%).

Patricia Senent es, precisamente, exponente de un movimiento que tiene en el acercamiento de la Ciencia a la Sociedad su objetivo, dando así respuesta a uno de los factores más subestimados que influyen en la elección de carreras científicas entre los jóvenes: la divulgación científica y el acceso a información científica adaptada a nuevos formatos digitales y rigurosa. “Me dedico a inspirar y educar tanto en el aula como en plataformas digitales. Como profesora de secundaria, me esfuerzo por fomentar la vocación científica entre mis estudiantes. El año pasado, en el instituto, llevamos a cabo un proyecto de pódcast llamado “Mujeres en la Ciencia”, donde las alumnas entrevistaban a profesoras de carreras científicas para conocer sus experiencias y desafíos, y así promover la igualdad y mostrar que la Ciencia es para todos”, ha asegurado a la revista de la SEBBM.

Plataformas como YouTube, TikTok y Twitch han demostrado ser herramientas poderosas (incluimos los pódcasts) para acercar la ciencia a los jóvenes. Canales de divulgación como QuantumFracture ha conseguido más de 3,5 millones de suscriptores explicando teorías de la relatividad o del universo a través de animaciones visuales que hacen que la ciencia sea comprensible incluso para quienes no tienen una formación especializada.

Precisamente, el creador de QuantumFracture, José Luis Crespo, participa en el programa Digitalizarte, un proyecto formativo online impulsado por Google, la Fundación Alternativas y la firma 2btube para dar herramientas a cualquier autor, institución o profesional del ámbito científico o artístico y que les permitan darse a conocer a través de YouTube. El programa está abierto a cualquier creador y tiene una duración de siete semanas. 

El papel de la SEBBM

De forma paralela, las sociedades científicas, verdaderas agentes del conocimiento, intentan romper esta desafección entre sociedad y ciencia mediante acciones de naturaleza múltiple: desde ponencias, exposiciones virtuales, juegos interactivos, etc. Desde 2009, la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular (SEBBM) cuenta con un comité de divulgación dedicado específicamente a acercar la ciencia a la sociedad, siendo pionera en la creación de actividades orientadas a este propósito. Entre sus iniciativas destacan los artículos de divulgación en las secciones ‘Rincón del aula’ y ‘Acércate a…’ (recopilados ahora en los Cuadernos de Divulgación), la ‘Pinacoteca de la Ciencia’, vídeos en la sección ‘Experimenta con nosotros’, el concurso ‘Dibuja una persona que se dedique a la ciencia y ponle un nombre’ (dirigido a estudiantes de primaria) y los talleres organizados durante la ‘Noche Europea de los Investigadores’, la ‘Semana de la Ciencia’ y el ‘Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia’. Según Sara García Linares, vocal de Jóvenes y Educación de la SEBBM, “estas actividades juegan un doble papel: no solo acercan el mundo científico a los estudiantes más jóvenes, sino que también permiten que el público comprenda y apoye proyectos científicos, fomentando la transparencia y la participación ciudadana”. La divulgación facilita que el conocimiento especializado llegue a la sociedad y a los responsables de la toma de decisiones, promoviendo la creación de políticas informadas, basadas en la evidencia científica.

La FECYT, un actor clave

El documento Green Paper on Citizen Science: Citizen Science for Europe describe la Ciencia Ciudadana como el compromiso del público general en actividades de investigación científica. En 2006, la FECYT comenzó a gestionar la convocatoria para el fomento de la cultura científica y, desde entonces, se han impulsado 3.800 proyectos para acercar la ciencia a la ciudadanía, con una financiación de 67 millones de euros y más de 156 millones movilizados de otras entidades públicas y privadas.

Ayuntamientos, OPIs, universidades y otras instituciones han liderado muchos de estos proyectos, destacando un alto porcentaje de iniciativas encabezadas por mujeres. Además, más de 36 millones de personas han participado en las actividades impulsadas.

Asimismo, se han creado en todo el país 1.200 Unidades de Cultura Científica y de la Innovación (UCC+I), que actúan como intermediarias entre las instituciones que las acogen y los ciudadanos, con el objetivo principal de promocionar la cultura científica, tecnológica y de la innovación a través de actividades de diversa tipología: comunicación científica, divulgación, formación, etc. Estas unidades se han convertido en uno de los principales agentes en la difusión y divulgación de la ciencia y la innovación en España, constituyendo un servicio clave para mejorar e incrementar la formación, la cultura y los conocimientos científicos de los ciudadanos.

El servicio de noticias científicas SINC o el Science Media Center también son ejemplos, según FECYT, “de cómo nutrimos de evidencia científica los procesos de toma de decisiones. Nuevos formatos y líneas de comunicación están haciendo la ciencia más abierta e inclusiva”.

Y, por último, la Semana de la Ciencia y la Noche de los Investigadores, ejemplos de actividades de participación ciudadana. La Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) ha financiado con 115.363,14 € a través de su Convocatoria de ayudas para el Fomento de la Cultura Científica de 2023, diversas actividades que diez comunidades autónomas han desarrollado durante el mes de noviembre para conmemorar la Semana de la Ciencia. Las regiones que han recibido financiación para estas iniciativas son: Andalucía, Asturias, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana, La Rioja, Navarra y la Región de Murcia.

Entre las actividades financiadas se encuentran talleres de diferentes temáticas orientados a público general y escolar, conferencias, monólogos científicos, debates, exposiciones, juegos, concursos, catas, visitas guiadas, cine, experimentos, demostraciones y otras muchas propuestas.

ONAC o cómo traducir la Ciencia a los decisores

El Gobierno presentó el pasado mes de junio la Oficina Nacional de Asesoramiento Científico (ONAC), cuyo principal objetivo es que la voz de los científicos sea escuchada de forma integral en las administraciones. De este modo, los 22 ministerios (incluido el de Ciencia, Innovación y Universidades) contarán con un asesor científico con el que mejorar la asesoría en la toma de decisiones políticas. De forma paralela, también se ha puesto en marcha un programa de estancias, con el que varias decenas de científicos atenderán a las peticiones de las distintas carteras ministeriales en períodos de seis meses. Todos ellos estarán dirigidos por el sociólogo Josep Lobera. Si bien ya existen experiencias de asesoramiento científico, la ONAC trabaja para reforzar el papel del conocimiento científico en la toma de decisiones del Ejecutivo mediante el diseño y la implementación de mecanismos institucionales para el asesoramiento científico a la Administración General del Estado. Uno de estos mecanismos acaba de ser constituido de forma oficial gracias a un acuerdo del Consejo de Ministros para crear el Grupo de Trabajo para el Asesoramiento Científico al Gobierno y una de sus principales misiones ha sido definir el perfil de los asesores científicos que mejor se ajustan a las necesidades de los 22 ministerios, y que se han incorporado recientemente, seleccionados de entre las 1.601 expresiones de interés recibidas. Gracias a su creación, la ONAC sigue avanzando en el cumplimiento de su objetivo fundacional: reforzar el papel del conocimiento científico en la toma de decisiones. “Se trata de un grupo de trabajo similar al que ya poseen otras instituciones, como el SAPEA que la Comisión Europea constituyó en 2016 para apoyar su Mecanismo de Asesoramiento Científico”, señala el director de la ONAC, Josep Lobera.