Las presentaciones en pósteres han recorrido un largo camino desde sus primeros pasos en la Biochemical Society en 1967, su internacionalización en la VI reunión de FEBS en Madrid en 1969 y su entrada en Norteamérica en el Biochemistry/Biophysics Meeting en 1974. Lo que la revista Science tituló en esa fecha “Poster Sessions: a new look at scientific meetings”, se ha convertido en una forma de presentación usual muy apreciada de comunicación científica.
Visitar una sesión de pósteres puede ser una estimulante experiencia o generar una cierta desilusión. La realidad suele ser una mezcla de ambas sensaciones, con mayor o menor inclinación hacia una u otra según los casos. La desilusión se genera al ver la cantidad de buen trabajo científico presentado de una forma que no llega a una parte importante de la asistencia, y eso es grave, para la asistencia, y para el crédito de los presentadores.
Sobre las causas de esa disfunción, se ha escrito, y se sigue escribiendo, como muestran los resultados de una búsqueda en Internet poniendo “How to prepare a scientific poster”. Entre ellos menciono, como muy útil e ilustrativo, el que se encuentra en este enlace: https://plasticity.webs.upv.es/ewExternalFiles/Rules%20posters.pdf
A pesar de ello, a menudo, la presentación es tal, que parece dirigida al círculo de personas conocedoras del asunto o relacionadas con el presentador. Presentadores jóvenes, poco o mal orientados, no consideran que una sesión de pósteres ofrece la oportunidad de discutir sus resultados, no solo con conocidos, sino con personas ajenas al tema, y que puede servir para establecer inesperadas colaboraciones. La sesión de pósteres se desarrolla en medio de un conjunto de personas que se mueve, genera ruido, se distrae, y cuya atención hay que captar compitiendo con otros. El visitante que no esté interesado de antemano en el póster no suele dedicar más de dos minutos a considerarle; hay que ofrecer algo que capture su interés.
Uno de los factores que hacen que un póster se ignore es la sobrecarga de material; a veces parece que más que informar al público se trata de impresionarle con la cantidad de trabajo realizado. Se olvida el principio KISS, keep it short and simple; menos es, a menudo, más. Como el espacio es limitado, hay que ser selectivo en el material presentado. Hay que transmitir un mensaje corto y claro que pueda ser captado fácilmente y “llevado a casa”. El presentar demasiado material impide captar el mensaje, hace que el texto se escriba en una letra pequeña con escasa visibilidad a poca distancia, lo cual no atrae la atención. Se aconseja que el tamaño de letra permita la lectura a una distancia de 1-1,5 m.
El póster debe ser comprensible en ausencia del presentador; el objetivo del tiempo de exposición previa es que un visitante se entere del contenido para que después, en la sesión de presentación, pueda discutir el material con el presentador. El título es muy importante; Alberto Sols decía que el título de un artículo científico “debe ser conciso, descriptivo, y completo en lo posible”; esto es igualmente aplicable al de un póster. Pensemos en un título corto, presentado con un tamaño de letra grande. Sigue una breve introducción al problema considerado y una sucinta descripción del abordaje usado en su estudio. En los resultados, presentar sólo los necesarios para que se capte y comprenda el mensaje que se quiere transmitir. Usar subtítulos para las distintas secciones y canalizar el flujo de información para facilitar su seguimiento, incluso utilizando flechas si fuese necesario.
Las ilustraciones, deben servir para ilustrar, no para llenar espacio. Largas listas de genes o proteínas solo suelen hacer lo último, y suelen hacer renunciar a continuar la visita. El color del fondo es a veces un problema. Se aconseja usar preferentemente fondo blanco, y se desaconsejan fondos de colores chillones u oscuros. Algo importante que no se suele considerar; es el espacio en blanco, o espacio negativo. Se trata de un espacio entre los distintos apartados que ayuda a su comprensión y evaluación independiente. En algunas páginas de Internet se sugiere que hasta un 30% de la superficie debería ser espacio en blanco. La decisión sobre cuánto, es difícil, pero es importante considerarla. Una conclusión final recogiendo el mensaje central cierra bien un póster informativo.
La preparación de un póster lleva tiempo y pensamiento lógico, y debe hacerse colocándose mentalmente en la posición del público visitante.
Peter N. Campbell, uno de los impulsores de FEBS que fue también Presidente del Comité de Educación de IUBMB, publicó hace casi cincuenta años, en la revista Biochemical Education – actualmente Biochemistry and Molecular Biology Education – un artículo en cuyo título se leía “A plea for better slides”. Creo que nos beneficiaríamos todos si aplicásemos una súplica similar a los pósteres y prestásemos atención a una serie de líneas maestras no muy difíciles de seguir. Un póster atractivo no convierte en buena una mala investigación; pero uno mal presentado dificulta reconocer una buena.
Agradezco a la Dra. Carmen-Lisset Flores (IIBM Sols-Morreale, Madrid), al Prof. Miguel A. Blázquez (IBMCP, Valencia) y a la Dra. Juana M. Gancedo (Ex-profesora de investigación, CSIC) la lectura crítica de una versión inicial de este texto.