El 16 de agosto falleció nuestro colega y amigo Rafael Sentandreu Ramón (Castelló de la Ribera, 1937; hijo de Enrique y Asunción). Fue un valenciano universal que desarrolló una intensa y extensa actividad académica en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Valencia. Tras su licenciatura en Farmacia en la Universidad de Barcelona (1961), y una corta incursión en la industria privada (Park & Davis, 1962-63), realizó su doctorado en Ciencias Biológicas en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Madrid (1965), bajo la dirección del profesor Rodríguez Villanueva. Formó parte de ese grupo pionero de científicos españoles que durante la década de los 60 optaron por salir al extranjero para completar su formación. Rafa lo hizo, junto con su esposa, nuestra querida y popular Maria Victoria Elorza González “Toyi”, en el laboratorio de Northcote en Cambridge, UK. Allí realizó un segundo doctorado (1968), durante el cual descubrió la existencia de enlaces O-glicosídicos en el manano de levaduras. Posteriormente, la pareja se trasladó al laboratorio del Dr. Lampen en la Universidad de Rutgers, NJ, USA, donde realizó estudios sobre el carbohidrato de la invertasa de levaduras, siendo Research Associate, identificando un poliprenol-P-manosa como intermediario en la biosíntesis de manoproteínas. A su regreso a España, se integró como Investigador en el Departamento de Microbiología de la Universidad de Salamanca (1975-78) e Instituto del Microbiología Bioquímica del CSIC (1970-75). Allí desarrolló su primera labor como docente e incorporó alumnos a su incipiente grupo de investigación, entre ellos Germán Larriba Calle, Ángel Domínguez Olavarri y Luis Rodríguez Domínguez (estos dos últimos procedentes de las universidades de Bilbao y La Laguna respectivamente, en donde también ejerció su actividad), con los cuales mantuvo una duradera amistad hasta el final de sus días. Una de las reconocidas peculiaridades de Rafa, que se extendió a lo largo de su vida científica, era la de arrastrar estudiantes de los lugares por los que pasaba. Aunque fue feliz en la ciudad del Tormes, su querencia por sus orígenes lo condujo a instalarse definitivamente, tras un salto a través de Barcelona, en su querida Valencia, a la que se incorporó como Catedrático de Microbiología en 1979. En la Ciudad del Turia creó junto a Toyi, y en tiempo récord, un grupo de renombre tanto en Microbiología como en Bioquímica y Biología Molecular, en el cual se formaron numerosos profesores de diversas universidades españolas y extranjeras, así como profesores de investigación del CSIC. Muchos de sus discípulos han sido catedráticos en universidades españolas (Salamanca, Extremadura, La Laguna, Lérida y Valencia) así como en México y Estados Unidos. Rafa estaba orgulloso de todos ellos, José Pedro Martínez García, Lucas del Castillo, Enric Herrero Perpiñá, Eulogio Valentín Gómez, José Luis López-Ribot o Ramón Fernando García de la Cruz, entre otros. La productividad de Rafael Sentandreu se resume en las 43 tesis doctorales dirigidas, y en sus más de 170 artículos de investigación, y 27 revisiones en revistas internacionales y capítulos de libro, un rendimiento extraordinario si se tienen en cuanta sus actividades docentes paralelas. Sus méritos investigadores fueron oportunamente reconocidos con la concesión de los premios de investigación Severo Ochoa y Alberto Sols. A lo largo de su dilatada carrera, ocupó importantes cargos en las sociedades científicas de Microbiología, y de Bioquímica y Biología Molecular, bajo cuyos auspicios organizó numerosos congresos, nacionales e internacionales, y otros eventos. Su colaboración era apreciada, y su carácter jovial y abierto abría continuamente nuevas relaciones. Participó, casi siempre como investigador principal, en proyectos de investigación de la Unión Europea, Ministerio de Educación y Ciencia, Generalitat Valenciana, Fondo de Investigaciones Sanitarias de la Seguridad Social, Diputación de Valencia, y empresas privadas. Asimismo, su labor docente-investigadora estuvo habitualmente acompañada por su participación como evaluador de numerosos comités científicos (nacionales, e internacionales –UE y USA incluidos-), y como revisor de incontables artículos científicos en numerosas y prestigiosas revistas internacionales. Su bien ganada fama fue premiada al acceder a Académico de número de la Real Academia Nacional de Farmacia (2013). Académico de número y fundador de la Academia de Farmacia de la Comunidad Valenciana (2019). Fue miembro de la Comisión Nacional de Microbiología y Parasitología del Consejo Nacional de Microbiología y Parasitología de Especializaciones Médicas, de la Comisión de Antiinfecciosos de la Real Farmacopea Española, del Plan de Biología Molecular y sus Aplicaciones de la Fundación Juan March, Miembro del College Research Program North Atlantic Treaty Organization-NATO (Bruselas, 1988, 1992), Experto Biotechnol., Vet Pharmacy E.C. (Bruselas, 1989). Presidente Ejecutivo de la Fundación Valenciana de Investigaciones Biomédicas y Director del Instituto de Investigaciones Citológicas de Valencia (1993-95).
La vida de Rafa no se entendería sin la combinación de su labor científica con sus colaboraciones internacionales. A destacar, su interacción, devenida en profunda amistad, con el Premio Nacional de Ciencia mexicano, José Ruiz Herrera, un colega generacional que se enamoró- Rafa mediante- de Valencia, a donde acudía con asiduidad y en la que vivía más tiempo que en su propio país. Pepe Ruiz Herrera se había sentido impresionado por las publicaciones de Rafa en el campo de las glicoproteínas, y en 1973 se trasladó a Salamanca para realizar un trabajo conjunto. Durante el mismo, encontraron que la glicosilación de glicoproteínas ocurre durante la translocación del péptido naciente aún unido a ribosomas al lumen del retículo endoplásmico. Ambos científicos se habían formado durante el despertar de la biociencia molecular moderna en sus respectivos países y se adaptaron bien al cambio generacional, aunque no olvidaron combinar su dedicación profesional con una refinada actividad social. Rafa asumió bien los incesantes avances científicos y tecnológicos de los últimos 30-40 años, aunque mantuvo esa solera enraizada en la época clásica de la biociencia del siglo XX que cambió el paradigma y dio a luz importantes descubrimientos. Otras colaboraciones internacionales a destacar son con Bill Fonzi y Richard Calderone, profesores de Georgetown University, Washington, DC (USA) y actores importantes del mundo de Candida albicans, y Gioconda San Blas, del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, una luchadora, pasada y presente, por la ciencia y la sociedad.
Miembro activo de la SEBBM, organizó en 1995 el Congreso Hispano-Luso en Barcelona, así como en 1985 junto con el Prof. Santiago Grisolía, el XII Congreso de la Sociedad Española de Bioquímica, coincidiendo con el 80 cumpleaños del Premio Nobel Severo Ochoa, que estuvo presente en el evento y en el cual fue homenajeado.
En los últimos años de su vida, durante su periodo de profesor universitario emérito y aún después, se convirtió en miembro de la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, en donde desarrolló nuevamente una labor encomiable, siempre preocupado por el futuro y el bienestar de nuestra especie, Homo sapiens. Su tema principal era el Humanismo y Transhumanismo, con aportaciones que le valieron la concesión del premio “Eustaquio Molina” en 2021.
Descanse en Paz el Prof. Dr. Rafael Sentandreu Ramón y que su vida científica sea un ejemplo para las generaciones futuras de científicos.