Dinamita al ecopostureo

Escrivà explora cuestiones de gran actualidad que van desde el coche eléctrico como piedra angular de la movilidad del futuro hasta el reciclaje, pasando por la economía circular, la neutralidad climática, la huella de carbono, la superpoblación o los superricos.
Contra la sostenibilidad: Por qué el desarrollo sostenible no salvará el mundo (y qué hacer al respecto)
Andreu Escrivà
Arpa Editores, Barcelona 2023, 226 p

El pasado mes de marzo se hizo público el sexto informe de síntesis del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC), que resume el último ciclo de ciencia climática. Los expertos lanzan un mensaje que, a pesar de no ser nuevo, esta vez cobra forma de ultimátum y no deja lugar a la indiferencia: hay que actuar de forma drástica y urgente, porque lo que hagamos –pero sobre todo no hagamos– en lo que queda de década cambiará el rumbo de la historia de la humanidad para siempre. La buena noticia es que la gente empieza a ser plenamente consciente de la ecodependencia que nos define y se han originado ciertas exigencias sociales. La mala noticia, sin embargo, es que paralelamente el sistema capitalista muta como siempre ha hecho para adaptarse al contexto y asegurarse la pervivencia.

Nos topamos con una de estas mutaciones cada vez que empresas y organismos de distinta índole anuncian sus productos y servicios bajo el paraguas de la sostenibilidad, en un intento un tanto vago pero eficaz de librarse del escrutinio popular sobre sus prácticas, responsables directas de la crisis ecosocial. A ver si cuela. El problema está servido cuando, además, el uso de esta palabra como eslogan también es útil para disuadir la responsabilidad ciudadana ante esta acción climática necesaria, que debe ir en búsqueda de nuevas maneras de pensar lo común.

El IPCC pone encima de la mesa, por tanto, que a estas alturas el reto es político y no científico. En este contexto, «Contra la sostenibilidad» de Andreu Escrivà es, fundamentalmente, un libro útil: una guía práctica con la que el lector puede enfrentarse a las técnicas de greenwashing con las que nos asaltan diariamente.

Ante un escenario de estas características, no es de extrañar que el tercer libro de Escrivà se desmarque de sus dos anteriores ensayos por algunos ramalazos de rabia, reflejo de la época que vivimos. Esto se aprecia principalmente en el segundo bloque de los tres que configuran el libro. En esta parte, en la que el título de cada capítulo empieza con la palabra contra, el autor embiste todas aquellas ideas que hay que derribar para poder seguir avanzando cuando se habla de cambio climático. Encontramos un espíritu beligerante contra la autocomplacencia climática sin desatender a su vez los matices y las aristas que exige cada debate particular.

Durante este segundo bloque, que es la parte central y más extensa del libro, Escrivà explora cuestiones de gran actualidad que van desde el coche eléctrico como piedra angular de la movilidad del futuro hasta el reciclaje, pasando por la economía circular, la neutralidad climática, la huella de carbono, la superpoblación o los superricos. En cada uno de estos capítulos breves encontramos una reevaluación minuciosa y crítica sobre el tema que se aborda, contradicciones incluidas. De todos ellos, se extrae una conclusión común: las fórmulas mágicas no existen. La lógica del crecimiento indefinido en un planeta con recursos finitos, paradójicamente, es totalmente ilógica y fácticamente inasumible. Es decir, la sostenibilidad es estructuralmente insostenible.

Además, el autor hace un ejercicio constante de honestidad durante la obra. Tanto es así que en el primer bloque del libro se reconoce a sí mismo como un antiguo defensor del concepto sostenibilidad que confronta en las siguientes páginas. Su tesis – ahora– es que este es un término que, aunque se empezó usando con una intención loable, se ha ido lastrando a lo largo del tiempo hasta convertirse en una palabra capciosa que entorpece la acción climática. Es por eso que Escrivà propone abandonar su uso desde hoy mismo. El título ya avisa al lector más perspicaz.

Sin embargo, uno de los valores más remarcables de este texto es que en ningún caso asume la desesperanza como sinónimo de impotencia. El autor no solo lo explicita, sino que así lo demuestra en la tercera y última parte del libro, en la que una serie de reflexiones propositivas le dan un regusto final alentador al libro. Este final deja claro que la acción climática urgente es ante todo una oportunidad para mejorar nuestras vidas, para tener una buena vida.

En definitiva, el planteamiento de Andreu Escrivà se puede entender como una poda argumental en la narrativa climática imperante. Del mismo modo que se opera para sanear los árboles frutales, el autor encuentra el punto de corte preciso y elimina las partes ya inservibles de la retórica tradicionalmente asociada a la cuestión climática. Su planteamiento permite centrar esfuerzos y mejorar la calidad de las acciones políticas individuales y colectivas. Así, la propuesta de este libro destila la idea, adulta y contraria a la nostalgia, de que en ciertos momentos de crisis hay que estar a la altura y saber dejar atrás lo que un día nos fue útil.