Miguel Ángel de la Rosa
Secretario General de FEBS y exdirector de SEBBM

"Creo que lo que desconcierta y frustra más al científico es, en general, la falta de continuidad en la política científica. El compromiso con la ciencia, la voluntad y la estabilidad en las actividades científicas, son aspectos esenciales. No es en absoluto aconsejable que la Ciencia tenga un rango de Ministerio o Secretaría de Estado según el Gobierno de turno."

Miguel Ángel de la Rosa Acosta es Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Sevilla (US). Se licenció y doctoró en Ciencias Biológicas por la misma universidad, habiendo completado su formación en el King’s College London. Desarrolla su investigación en el Instituto de Investigaciones Químicas, perteneciente al Centro de Investigaciones Científicas Isla de la Cartuja (cicCartuja, US-CSIC), del que fue director entre 2009 y 2018. Socio de Honor de la SEBBM, actualmente es Secretario General de FEBS.

Llegó a la secretaría general de la FEBS hace pocos meses con una trayectoria científica envidiable… cuéntenos, conociendo muchas otras sociedades de países europeos, cómo nos va. ¿Estamos en la Champions?

Sonríe. La SEBBM, en el contexto de la FEBS, es una de las sociedades con mayor proyección, reconocimiento y prestigio. Por su nivel científico y, esto es importante advertirlo, por el compromiso de la SEBBM con la FEBS. Y viceversa, siempre, desde sus más tempranos inicios, la FEBS se ha destacado por su atención a las iniciativas de la SEBBM, como así lo demuestra que haya miembros destacados de la SEBBM que han ocupado puestos de relevancia en FEBS. Es un honor ser el primer español en asumir la máxima responsabilidad de la FEBS, pero soy consciente del trabajo y dedicación de todos aquellos que me han precedido en el comité ejecutivo y otros comités. España, como país, es fuerte en el contexto de ciencia y tecnología en Europa, por la calidad de la investigación y por el tamaño. Pero es cierto que al sistema de ciencia y tecnología español le falta vertebración. Es un modelo que pivota sobre el grupo de investigación, más que en políticas globales a nivel de institutos o centros universitarios y descansa mucho en el esfuerzo personal de los investigadores. Y en el caso de la Universidad, más todavía.

Afronta este 2024 con un reto apasionante: el 60 aniversario de la FEBS. Este nuevo año hemos dejado atrás el 60 aniversario de la SEBBM, de la cual fue presidente. Pocas cosas son tan gratificantes como ir cumpliendo años y ver cómo han evolucionado ambas entidades… ¿Dónde pondrá el foco la FEBS en esta celebración?

Hemos empezado a organizar eventos y diseñar cómo abordar esta conmemoración. Miramos al pasado, a lo mucho y bien que se ha hecho en estos sesenta años, pero sobre todo nos hemos propuesto mirar al futuro. En el sentido de que ese recorrido nos sirva para entender de dónde venimos y orientarnos al mañana. Tenemos una serie de retos y, precisamente, queremos que la experiencia de nuestra historia guíe ese futuro. De hecho, hemos elaborado un plan estratégico a cinco años, aprobado por el Comité Ejecutivo y después por el Consejo, que nos permite definir cuáles son las prioridades y los temas en los que queremos incidir. En base a ese plan estratégico, se ha elaborado un plan de acción y una de las ideas principales es contribuir a la sincronización e integración de las distintas sociedades, trabajando de manera más colaborativa y sinérgica. Buscamos una mayor coordinación.

Por cierto, ¿podría indicarnos los pilares principales de la Estrategia de la FEBS para los próximos años?

Uno de los retos principales que nos hemos planteado para los próximos años viene impuesto por el cambio en el modelo de las publicaciones científicas, en el modelo editorial.

La FEBS viene recibiendo sus principales ingresos de las revistas, y el Open Access nos obliga a introducir una serie de cambios tanto en el funcionamiento como en las fuentes de financiación. Se está trabajando de forma intensa, haciendo énfasis, precisamente, en la diversificación de las fuentes de ingresos. Por otro lado, queremos que nuestras revistas se vean como un servicio que presta FEBS a sus miembros. En este sentido, tengo que resaltar la profesionalidad de nuestros equipos editoriales, con un grupo de expertos en integridad y ética (control de calidad) que vela, precisamente, por la calidad de los artículos.

Otro de los pilares es consolidar la integración de la FEBS entre los jóvenes. Que estos tengan un mayor protagonismo en nuestras actividades. Y, por último, otro aspecto interesante que vamos a reforzar es la visibilidad y promoción de la FEBS fuera de Europa, con federaciones de otros continentes: América, África y Asia. Acabamos de implementar en colaboración con la IUBMB un programa de becas para facilitar que jóvenes estudiantes africanos visiten laboratorios europeos en estancias de varios meses. Por ejemplo,¿sabías que en los congresos de la FEBS uno de los países con más participantes es Corea del Sur? Esto nos indica la importancia de abrir relaciones más allá de Europa.

Una decisión importante de su mandato ha sido la reincorporación de la FEBS a la Initiative for Science in Europe (ISE), un apoyo que servirá para potenciar la denominada ciencia básica en nuestro continente. ¿Cómo puede contribuir la FEBS a promover la ciencia ciudadana o el interés de las vocaciones científicas entre los estudiantes?

La FEBS tiene un Comité específico de Ciencia y Sociedad cuya misión es abrir la ciencia para que el ciudadano tome conciencia de la importancia de la ciencia en su vida, en su bienestar, en la sostenibilidad del planeta. Ahí estamos haciendo un esfuerzo importante, un esfuerzo que es más visible después de la pandemia provocada por la Covid-19, ya que la sociedad ha tomado conciencia de la importancia para su salud de la investigación científica. A fin de cuentas, los ciudadanos son los que mantienen con sus impuestos el sistema de ciencia y tecnología, por lo que hay que justificar cómo usamos los recursos públicos y qué inversiones realizamos.

«En el compromiso por la ciencia, la estabilidad, es un aspecto esencial»

Hábleme como catedrático, y desde la trinchera investigadora, cómo puede diseñarse un mercado laboral más atractivo para el personal investigador.

Ha habido una evolución en lo que es el concepto de investigador científico, en el sentido en el que la ciencia hace años era una actividad intelectual, donde la fuerza motriz que nos movía era la curiosidad, como decía Severo Ochoa: La emoción de descubrir. Hoy, tenemos una visión más utilitaria de la ciencia, de su aplicación, precisamente en relación con esa idea que acabamos de decir que la sociedad pide explicaciones y quiere un retorno de inversiones. Pero necesitamos descubrimientos, pues sin nuevos conocimientos no hay nada que aplicar, y es cierto que las políticas europeas y, por consiguiente, las nacionales, están más enfocadas a la resolución de problemas.

El alumnado refleja esa evolución de la sociedad, y si hemos afirmado que la ciencia ha evolucionado hacia un enfoque más utilitario, es lógico que los jóvenes adopten ese perfil, no tan altruista como tenían los fundadores de la SEBBM y de la FEBS.

Por último, una cuestión doméstica. Nos hemos encontrado con un Gobierno nuevamente reformista. En la legislatura anterior se aprobaron la LOSU y la Ley de la Ciencia. En este nuevo mandato, Universidades regresa al Ministerio de Ciencia… ¿Cómo valora todos estos cambios?

Creo que lo que desconcierta y frustra más al científico es, en general, la falta de continuidad en la política científica. El compromiso con la ciencia, la voluntad y la estabilidad en las actividades científicas, son aspectos esenciales. No es en absoluto aconsejable que la Ciencia tenga un rango de Ministerio o Secretaría de Estado según el Gobierno de turno, porque si algo nos ha enseñado la Covid 19 es la enorme importancia que tiene la investigación científica en nuestras vidas. Durante la pandemia, todos salíamos a nuestros balcones o ventanas a las ocho para aplaudir a los médicos y otros profesionales sanitarios, pero el confinamiento continuaba.

Quienes nos permitieron volver a la calle fueron los científicos con las vacunas, y la sociedad se ha dado cuenta de la importancia de la ciencia y la gestión científica en la lucha continuada contra la pandemia. Al igual que tenemos ministerios incuestionables de Economía, Defensa o Interior, la Ciencia merece el rango permanente de ministerio, y ¿por qué no, con categoría de vicepresidencia?