Recordando a Joan Guinovart

Conocí a Joan en un lejanísimo Congreso SEBBM, celebrado en el norte de España, quizá el X, en Santander, en septiembre de 1982. Organizaba un simposio sobre regulación metabólica, y me invitó por carta (no había aún correo electrónico) a hablar del acetilglutamato como controlador del ciclo de la urea.

Me pareció que era de mi quinta (de hecho era un año mayor que yo), con buena base médico-sanitaria (resultó ser Farmaceútico producto de la Facultad de Barcelona) con excelente trabajo sobre regulación de la glucógeno sintasa, y con gran capacidad comunicativa, empático y amante de la vida, pero muy serio en su trabajo. Conectamos bien.

Nuestra confianza mutua y amistad quedó sellada en 1990, en una cena organizada por Vicente Conejero en Valencia en vísperas del primer ejercicio a la plaza de catedrático del programa propio que ganó Ramón Serrano a su vuelta a Valencia desde el EMBL-Heidelberg. Los dos compartíamos muchas cosas, por ejemplo el tipo de ambiente en que habíamos crecido (la España de los 50 y 60), la lengua vernácula de nuestro entorno (Tarragona el suyo, Valencia el mío), el apego a un sano sentido del humor, y la falta de tutela paterna por fallecimiento del padre, lo que nos había obligado a madurar pronto. En el ámbito sanitario ambos éramos especialistas en análisis clínicos, con experiencia en entornos asistenciales y también éramos Profesores Adjuntos de Universidad, de Bioquímica, cargo que yo no ejercía por estar en situación de supernumerario. En ciencia, compartíamos una visión molecular de la enfermedad, y lo nuestro entonces era la enzimología y el metabolismo, él centrado en carbohidratos y yo en metabolismo del nitrógeno. Ambos conocíamos al maestro Sols, él a través de su prematuramente desaparecido (1977) maestro, Manuel Rosell, y luego por afinidad temática; y yo a través de mis compañeros y amigos de colegio mayor que habían hecho la tesis con él o en su entorno.

Y eso nos lleva a la SEBBM, la creación de Alberto Sols. Joan conoció la SEBBM desde abajo y pronto, quizá por inducción de su maestro, Rosell, quien pertenecía al grupo de los fundadores de SEB (ahora SEBBM) y llegó a ser Vicepresidente de nuestra sociedad. Así, Joan fue socio temprano, pues figura como tal en la memoria de SEBBM para el cuatrienio 1974-1978, y formó parte de la Comisión de Admisiones como vocal en 1982-84, volviendo a aparecer en los listados de cargos SEBBM en 1988 como vocal de la Junta Directiva, donde permaneció hasta 1992, bajo la Presidencia de Margarita Salas.

 Recuerdo en una de las asambleas de dicha presidencia de Margarita que hubo lo que pareció un intento de la entonces naciente Sociedad Española de Biología Celular de desestabilizar la SEBBM, llegando a hacerse una propuesta de volver a celebrar el Congreso SEBBM cada dos años. Vicente Conejero y yo nos opusimos con firmeza a esa propuesta, y Joan nos secundó desde la Junta, con lo que la propuesta no prosperó.

Creo que esta anécdota marcó la visión que Joan tuvo desde entonces con respecto a la SEBBM: había que hacer de ella una verdadera sociedad de biología experimental con sabor molecular y celular, y hoy diría que bioinformático también. Todo ello lo expresó más detalladamente en su capítulo “Una reflexión sobre el futuro de la SEBBM” del libro “Cuarenta años de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular” (1963-2003) publicado en 2004, con Emilio Muñoz como editor, libro que recomiendo si se quiere penetrar en el pensamiento de Joan respecto a la SEBBM.

Tras dos años (1994-1996) de Presidente Electo en la junta presidida por Carlos Gancedo, ocupó la presidencia efectiva de nuestra sociedad. Lo hizo en 1996. Yo le acompañé como vocal durante los cuatro años de su mandato.

Su acceso a la Presidencia vino precedida por su organización en Barcelona, en junio de 1996, bajo la presidencia de Carlos Gancedo, del XXIV Congreso de la Federación de Sociedades Europeas de Bioquímica (FEBS; SEBBM es miembro fundador de dicha Federación, creada en 1964), segundo de los Congresos FEBS que se celebraba en España. Este Congreso fue un nuevo espaldarazo europeo a nuestra Sociedad, y el comienzo de la dimensión internacional de la actividad de Joan, así como un aval prestigioso que fortalecía su figura.

Yo por entonces era socio de la Biochemical Society (aún sigo siéndolo) y recibía una revista de la misma (creo que ya se llamaba The Biochemist) en la que me sorprendía ver el gran número de grupos de interés que tenía la BJ. Llevé dicha revista a nuestra primera reunión de la Junta de la SEBBM bajo su presidencia, y propuse que, a semejanza de la BJ, la SEBBM creara muchos más grupos de interés que los cuatro que creo ya tenía. En aquella reunión creamos de forma top-down la mayoría de los grupos de interés que siguen existiendo en nuestra sociedad, lo que fue un fuerte aval para el crecimiento de SEBBM.

Acabaré mencionando que Joan, quien como mandan los estatutos de SEBBM fue de 2000 a 2004 presidente de la Junta de Admisiones de SEBBM, ha cuidado todo el tiempo de nuestra sociedad, planeando relevos óptimos, ocupándose durante muchos años de la Revista SEBBM que durante su mandato se elevó desde el nivel de boletín al de magacín de política científica, ciencia y noticias societarias o no; permaneciendo hasta su fallecimiento en su comité editorial; propiciando las relaciones internacionales de SEBBM, y, en suma, apoyando a nuestra sociedad en todos los aspectos posibles, hasta el de legarle una donación tras su fallecimiento. Así que recordémosle desde el mayor agradecimiento.

Fotografia del grupo de científicos que solicitaron desde la SEBBM, en diciembre de 2003, el Pacto de Estado por La Ciencia. Joan Guinovart en el centro, con gafas. Foto del número 139 de la Revista SEBBM. El autor de este texto es el tercero desde el lado izquierdo de la foto.