
Nuestra comunidad científica ha perdido recientemente a dos de sus más ilustres miembros: el Profesor Federico Mayor Zaragoza y el Profesor Joan J. Guinovart. Ambos dedicaron sus vidas a la investigación y a la educación, dejando un legado imborrable en el ámbito de las enfermedades raras y la bioquímica.
Federico Mayor Zaragoza, nacido en Barcelona en 1934, fue un visionario que combinó su pasión por la ciencia con un firme compromiso social y político. Doctor en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid, se convirtió en catedrático de Bioquímica en la Universidad de Granada, donde también ejerció como rector. Su liderazgo lo llevó a ser presidente de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular (SEBBM) entre 1972 y 1976, y primer director del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBM). En el ámbito político, destacó como Ministro de Educación y Ciencia y, posteriormente, como Director General de la UNESCO, donde promovió incansablemente la cultura de paz y los derechos humanos. En el ámbito de las enfermedades raras, con su “Mañana es tarde”, don Federico fue un pionero en la implementación del cribado neonatal en España a finales de los años 60, facilitando la detección temprana de enfermedades metabólicas hereditarias y mejorando la calidad de vida de numerosos pacientes. Además, como presidente del Consejo Científico de la Fundación Ramón Areces, impulsó la investigación en enfermedades raras, destacando la importancia de la colaboración y el desarrollo de modelos animales para su estudio. Primer Presidente de Honor de la SEBBM, su impresionante archivo personal ha estado siempre abierto y generoso para la sociedad.
Por su parte, Joan J. Guinovart, nacido en Tarragona en 1947, fue un referente en el estudio del metabolismo de los carbohidratos, con especial atención a la diabetes y la enfermedad de Lafora, una forma mortal de epilepsia. Doctor en Farmacia y en Bioquímica por la Universidad de Barcelona, fundó en 2005 el Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona), consolidándolo como un centro de excelencia en investigación biomédica. Su labor al frente del IRB Barcelona, que dirigió hasta 2018, fue fundamental para posicionar a la institución en el panorama científico. Joan participó activamente en consorcios internacionales para investigar tratamientos para la enfermedad de Lafora, colaborando con científicos de Estados Unidos, Canadá y España. Además, presidió la SEBBM entre 1996 y 2000, y ocupó cargos destacados en organizaciones como la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) y la International Union of Biochemistry and Molecular Biology (IUBMB). Entrañable y generoso, Joan me ayudó a pavimentar mi carrera científica desde sus inicios y me contagió su entusiasmo por la SEBBM y por la Barcelona medieval, que como el rock and roll conquistó mi corazón (El Rompeolas, Loquillo). Su transformadora presidencia de la SEBBM ha sido mi mayor referente en los momentos más difíciles y su consejo imprescindible.
Joan y Federico compartieron una pasión desbordante por la investigación, siempre buscando respuestas a los grandes interrogantes de la ciencia. Su amor por la SEBBM, “que fou més que una societat” para ellos, se reflejó en su dedicación y liderazgo, fortaleciendo la comunidad científica y fomentando la colaboración entre investigadores. A pesar de sus innumerables responsabilidades, nunca perdieron la alegría ni el sentido del humor, cualidades que los hacían cercanos y queridos por colegas y discípulos. Su compromiso social y político los llevó a trascender los laboratorios, abogando por una ciencia al servicio de la sociedad y por un mundo más justo y equitativo. Dotados de una inteligencia brillante y una vasta cultura, siempre mostraron una visión de futuro, anticipándose a los desafíos y proponiendo soluciones innovadoras.
La partida de Federico y Joan deja un vacío inmenso en la comunidad científica. Sin embargo, su legado perdura en las instituciones que fundaron y fortalecieron, en las investigaciones que impulsaron y en las innumerables vidas que tocaron con su sabiduría y humanidad. Su ejemplo nos inspira a continuar su labor con la misma pasión, compromiso y alegría que ellos demostraron a lo largo de sus vidas.