
El espacio europeo de investigación
En la Cumbre de Lisboa de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE), celebrada en marzo de 2000, la ciencia recibió por primera vez el respaldo político como motor principal del futuro de la UE, junto con el despliegue de las tecnologías de la información. La promesa era conseguir una «sociedad de la información». La «Estrategia de Lisboa» anunciaba un audaz acuerdo de todos los Estados de la UE para «trabajar en convertir a la UE en la economía basada en el conocimiento, más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera sostenida, crear más empleo y lograr una mayor cohesión»
Se reconocía así que el progreso en las ciencias básicas es tan importante como la innovación, un punto clave que animó a los asistentes a superar los límites y explorar nuevas fronteras. Además, se fijó como objetivo principal reunir, como actores convergentes, a las instituciones y los programas de I+D a nivel nacional, intergubernamental y de la UE.
A esta promesa siguió el compromiso de la Cumbre de la UE, celebrada en Barcelona en 2002, de aumentar el gasto (público y privado) en I+D de la UE al 3% del PIB para el año 2010. Por primera vez, los Jefes de Gobierno proponían un aumento sustancial del presupuesto de la UE para investigación. Esta medida no sólo estimuló a la comunidad científica a colaborar y comprometerse en cuestiones de política científica, sino que también sentó las bases para alcanzar los objetivos del «Espacio Europeo de Investigación» (EEI), concepto concebido por el influyente comisario Phillip Busquin. Su visión estaba determinada por los objetivos políticos fijados por los gobiernos de la UE, y desarrolló la idea del EEI como un espacio dinámico de convergencia para todos los agentes europeos de la ciencia y la tecnología. Tal concepto proporcionó un marco para fijar las prioridades políticas de la política científica de la UE.
Participación de la FEBS en actividades de política científica
La FEBS, una de las principales fuerzas promotoras de las ciencias de la vida en Europa, con cerca de 40.000 científicos miembros distribuidos en 36 sociedades constituyentes, ha desempeñado un papel crucial en la comunidad de las ciencias de la vida. Fue pionera en el reconocimiento de la responsabilidad social de los científicos y comprendió que la investigación en ciencias de la vida se estaba volviendo multidisciplinar. Para abordar esta cuestión, la FEBS fomentó un espíritu de colaboración, uniendo fuerzas con otras organizaciones internacionales para adquirir una visión global de esta área de conocimiento. Este enfoque estratégico y la cooperación internacional condujeron a que la FEBS se implicara, con determinación, en estructurar y amplificar significativamente la aportación de la comunidad bioquímica a la política científica en todas las ciencias de la vida.
Con este fin, en 1999, como Secretario General de la FEBS, propuse al Comité Ejecutivo la creación de un Comité de Ciencia y Sociedad con visión de futuro. Este innovador Comité fue concebido para servir de puente entre los científicos y la sociedad, e identificar y abordar de forma proactiva los problemas derivados de los nuevos avances de la investigación.
Su creación supuso un paso crucial en la evolución de las ciencias de la vida, allanando el camino hacia un futuro más integrado e impactante. En julio de 2001, Federico Mayor, antiguo Director General de la UNESCO (1987-1999), fue nombrado Presidente del Comité. Federico, un líder excepcional, aportó al Comité una «visión» clara y sabiduría política. Una de las principales tareas del Comité consistió en debatir y asesorar sobre los problemas derivados o previsibles de los avances científicos.
Teniendo en cuenta el carácter cada vez más multidisciplinar de la investigación en ciencias de la vida, también subrayé ante el Comité Ejecutivo en 1999 la urgente necesidad de colaborar con otras organizaciones internacionales para alcanzar una visión global de esta área de conocimiento. El Comité Ejecutivo no sólo reconoció la propuesta, sino que la respaldó. Como resultado, en la reunión celebrada en Niza en junio de 1999 anuncié que estaba en conversaciones con la Organización Europea de Biología Molecular (European Molecular Organisation, EMBO por sus siglas en inglés), el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (European Molecular Biology Laboratory, EMBL por sus siglas en inglés) y la Organización Europea de Ciencias de la Vida (European Life Science Organisation, ELSO por sus siglas en inglés) para establecer un foro para las ciencias de la vida en Europa. Este esfuerzo de colaboración puso de relieve la unidad y la visión compartida en la comunidad científica, un sentimiento de pertenencia y unidad que todos compartíamos.
Poco después, en una reunión organizada por la EMBO en el EMBL de Heidelberg, en mayo de 2000, un grupo de destacados especialistas en ciencias de la vida acordó trabajar para crear el European Life Sciences Forum (ELSF, por sus siglas en inglés). Esta acción estimuló a los científicos a asumir un papel más activo en cuestiones estratégicas de política científica, y a hablar con una sola voz para emprender acciones conjuntas en nuestro empeño por crear un Consejo Europeo de Investigación (European Research Council, ERC por sus siglas en inglés). Para empezar, se nombró un pequeño órgano de gobierno formado por Frank Gannon, Director de la EMBO; Fotis Kafatos, Director General del EMBL; Kai Simons, Presidente de la ELSO; y yo mismo como Presidente. Luc van Dyck se incorporó a la ELSF como Coordinador Ejecutivo seis meses después. La secretaría se ubicó en las instalaciones del EMBL/EMBO en Heidelberg, y el EMBL, EMBO y FEBS acordaron sufragar una parte importante de los gastos durante tres años.
La ELSF se creó con un objetivo claro: ayudar a los científicos a desempeñar un papel activo en la definición de cuestiones estratégicas y de política científica, hablar con una sola voz en ámbitos de interés general y aumentar la visibilidad y el impacto de las organizaciones que representan a las ciencias de la vida en la formulación de políticas. Las actividades de la ELSF, como la identificación e implicación de las principales partes interesadas, el establecimiento de sólidas conexiones con funcionarios de la Comisión en Bruselas y la aportación de valiosas contribuciones al Sexto Programa Marco (6PM) de la UE, contribuyeron a esta misión. La ELSF también garantizó la continuidad y la rápida respuesta a los avances de la investigación en curso mediante la organización de reuniones para debatir las últimas novedades relacionadas con el ERC.
En 2004, la ELSF puso en marcha la Iniciativa para la Ciencia en Europa (Initiative for Science in Europe, ISE por sus siglas en inglés). Con ello se consiguió que unas 35 organizaciones científicas europeas se unieran para estructurar y dar mayor peso a la comunidad científica en la elaboración de las políticas científicas, y promover la iniciativa del ERC. La asamblea apoyó por unanimidad el nombramiento de José Mariano Gago como Presidente (Imagen 1). Desde su creación, la secretaría de la ISE corrió a cargo de la ELSF y se ubicó en el EMBO/EMBL, en Heidelberg.

De izquierda a derecha José Mariano Gago, Joan Guinovart, Claudina Rodrigues-Pousada y Julio Celis en el Congreso de la FEBS de 2001.
El ISE fue un testimonio del enfoque integrador de la ELSF, que unió a las sociedades científicas europeas y a las organizaciones de investigación científica de todas las disciplinas y áreas. Involucró activamente a los investigadores en la elaboración y aplicación de las políticas científicas europeas, y abogó por un asesoramiento científico sólido e independiente para desarrollar políticas europeas más amplias. La organización ha sido fundamental en la defensa de programas de financiación de la investigación científica innovadora y basada en la excelencia, y ha desempeñado un papel importante en la creación del ERC.
Creación del European Research Council
La Real Academia de Suecia desempeñó un papel fundamental en la creación del European Research Council (ERC) al sugerir en 2001 la idea de crear una institución de financiación que atendiera las preocupaciones de la comunidad investigadora en ciencia básica. Esta propuesta, testimonio de la previsión y el compromiso de la Academia con la investigación, se debatió posteriormente en una trascendental conferencia celebrada en Copenhague en octubre de 2002, durante la presidencia danesa del Consejo, un acto crucial titulado «Hacia el EEI: ¿Necesitamos un Consejo Europeo de Investigación?». El Consejo Danés de Investigación organizó el acto bajo los auspicios de la presidencia danesa de la UE. Políticos, responsables de ministerios, consejos europeos de investigación y algunos científicos, entre los que yo representaba a la ELSF, asistimos a la reunión, que marcó un paso importante en la andadura del ERC.
Dinamarca estaba interesada en llevar este programa más lejos, lo que sin duda requería mucho dinero y esfuerzo. Se debatió qué tipo de investigación debía financiarse, si era necesaria y su impacto potencialmente transformador; una perspectiva que nos llenó de optimismo y esperanza en el futuro. Dado que la comunidad científica no estuvo debidamente representada en la reunión, propuse, en nombre de la ELSF, organizar una reunión de seguimiento para recabar las opiniones de la comunidad científica y proporcionar un foro en el que alimentar y debatir la iniciativa del ERC en los años siguientes. El informe de la reunión de Copenhague se envió a los ministros de investigación de la UE, quienes en su reunión del 26 de noviembre del mismo año, acordaron explorar las opciones para crear un ERC en cooperación con las organizaciones de investigación nacional y europeas pertinentes.
Como el Gobierno danés pretendía cimentar la idea de un ERC antes del final de su presidencia, el Ministro de Ciencia, Tecnología y Desarrollo danés, Helge Sander, creó en octubre de 2004 un pequeño comité, el Grupo de Expertos del ERC (ERC Expert Group, ERCEG, por sus siglas en inglés). Al finalizar la presidencia danesa, Helge Sanger me pidió que propusiera a un científico para presidir el ERCEG. Sugerí a Federico Mayor, antiguo Director General de la UNESCO y Presidente del Comité de Ciencia y Sociedad de la FEBS, para que lo presidiera. Su experiencia en políticas científicas, adquirida durante su mandato en la UNESCO, y su trabajo en la FEBS le convertían en un candidato altamente cualificado para este importante cargo. Federico, que daba prioridad a la ciencia y al bienestar de la sociedad, era perfecto para el puesto (Imagen 2).

El comisario Phillippe Buscan (derecha) y Federico Mayor (izquierda) en el 50 aniversario de la FEBS en 2014.
El informe final del ERCEG recomendaba «la creación de una nueva dimensión europea para la financiación de la investigación; el ERC que fomentará la colaboración y la competencia entre los investigadores europeos, permitiéndoles competir en función de la excelencia». El informe también abordaba los problemas de autonomía, financiación, responsabilidad y gobernanza del ERC. Subrayaba que sería necesario el compromiso político de la UE para garantizar un ERC plenamente operativo nada más comenzar el Séptimo Programa Marco (7PM). El potencial del ERC para fomentar la colaboración y la competencia no sólo era apasionante, sino también significativo, lo que subraya el impacto que podía tener en todas las partes interesadas.
En 2004, se creó un grupo de expertos de alto nivel, integrado por destacados especialistas en sus respectivos campos, con el objetivo de estudiar las posibilidades de creación del ERC. Este grupo junto a otros grupos de especialistas, como uno encargado por la Fundación Europea de la Ciencia, o el encargado para analizar las implicaciones económicas de la Declaración de Lisboa, o el grupo de alto nivel encargado por la Comisión Europea (CE), llegaron a una conclusión unificada. Coincidieron en que la UE debía crear una institución de apoyo a la investigación en las fronteras del conocimiento, una decisión tomada con la máxima confianza en su experiencia.
En julio de 2005, antes del primer Consejo informal de Competitividad bajo la presidencia británica, el ISE envió una carta a los ministros de investigación de los 25 estados miembros de la UE, a la Comisión Europea (CE) y a los miembros del Parlamento Europeo. En esta carta, el ISE pedía un ERC autónomo con un presupuesto estratégicamente alineado con las necesidades y aspiraciones del acuerdo de Lisboa. Esta carta fue firmada por 42 organizaciones relacionadas con la ISE, lo que suponía una mejora significativa en la política de investigación de la UE.
Ese mismo año, el Director General de Investigación de la CE, Achilleas Mitsos, pronunció un discurso en una reunión organizada por el ISE en el que reinterpretó las leyes de la UE. Destacó que la competencia a escala de la UE, incluida la investigación básica, cumplía la condición previa necesaria de «valor añadido» para los estados miembros. El camino estaba abierto para incluir el ERC en el próximo 7PM, y esta inclusión formal en 2006 marcó un paso significativo en la evolución del campo. El Parlamento Europeo y el Consejo de Ministros de la UE aceptaron el 7PM de apoyo a la investigación de la Unión Europea, del que el ERC era un componente emblemático. El liderazgo del difunto ministro Mariano Gago fue decisivo en las últimas etapas de la creación del ERC, ya que tenía amplias conexiones con el Consejo de Competitividad.
El ERC se creó oficialmente el 27 de febrero de 2007, en el marco del 7PM. En la actualidad ostenta con orgullo el título de principal organización europea de financiación de la investigación de excelencia en las fronteras del conocimiento, lo que infunde confianza en el futuro de la financiación de la investigación en Europa.
En 2012, la FEBS reconoció el papel crucial de Federico Mayor en la creación del ERC concediéndole el Diplome D’Honneur por su destacada contribución como Presidente del ERCEG (Imagen 3). Posteriormente, en septiembre de 2023, la Asociación Catalana de Centros de Investigación entregó el Premio ACER a Federico Mayor por su papel decisivo en la creación del ERC.

Federico Mayor e Israel Pecht, Secretario General de la FEBS.
Federico Mayor, que falleció el 19 de diciembre de 2024, era un hombre de cualidades excepcionales. Su clara visión, su sabiduría política y su valentía eran evidentes para todos los que le conocían. Sin embargo, era su profunda humildad y su inquebrantable compromiso con su trabajo lo que realmente le distinguía. Estas cualidades no sólo demostraban su honradez y respeto por sus deberes, sino que también eran la fuerza motriz de su trabajo, lo que le hacía accesible a todos.
Traducción del inglés por Inmaculada Yruela
Para saber más
- Celis JE. FEBS in the new millennium. European Journal of
- Biochemistry 267 (2000) 5267. https://doi.org/10.1046/j.1432-1327.2000.01689.x
- Celis JE, Gago JM. Shaping science policy in Europe.Molecular Oncology 8 (2014) 447–457. https://doi.org/10.1016/j.molonc.2014.03.013
- Gannon F. The ERC: from before then to anniversary celebrations. EMBO reports 18 (2017) 1873-1874. https://doi.org/10.15252/embr.201745025
- Köenign T. The European Research Council (2016).
- Van Dyck L. A new partnership between science and politics. European scientists ought to adapt to new research policy paradigms. EMBO reports 3 (2002) 1110–1113. https://doi.org/10.1093/embo-reports/kvf250
