Federico Mayor Zaragoza: la ciencia como poesía de la realidad

Agradezco a Inmaculada Yruela, editora de la Revista SEBBM, la invitación a compartir mis recuerdos de Federico Mayor Zaragoza en este número especial de la revista. Acepté el envite con respeto y arrojo, pues no de otra forma podría abordar la poliédrica personalidad e inusual polimatía de don Federico, reflejo de su formación y cultura renacentistas. Discurría sobre cualquier tema con soltura y solvencia, desde la ciencia a la poesía, desde la historia a la política y la sociología, dejando siempre en su interlocutor un inconfundible y cautivador touch of distinction, en buena medida fruto de su profundo convencimiento en el progreso de la humanidad basado en la cultura y en la paz.

Conocí a don Federico en mis tiempos de alumno de licenciatura en la Universidad de Sevilla, allá por los años setenta, con motivo de una tesis doctoral a la que asistió como miembro del tribunal invitado por mi maestro, el profesor Manuel Losada. Apenas hizo un par de preguntas al doctorando, certeras y directas, que nos hicieron reflexionar por su increíble y fina agudeza. Dejó huella indeleble, que nunca olvidé. Con el tiempo, años después, pude disfrutar con frecuencia de su deferencia. Recuerdo el congreso SEBBM de 2009 en Oviedo, durante mi primer año como presidente de la Sociedad, cuando tuve el honor de compartir con don Federico y otros seis expresidentes la redacción del denominado Manifiesto de Oviedo contra los duros recortes del Gobierno al presupuesto de investigación científica en aquellos años de crisis económica en todo el mundo. Y el congreso IUBMB/FEBS que organizamos en Sevilla en 2012, en el que FEBS le concedió el Diplôme d’Honneur, su máxima distinción.

A principios de siglo, FEBS jugó un papel clave en la política científica europea gracias a don Federico. Julio Celis, entonces secretario general de FEBS, había sugerido la creación del Comité de Ciencia y Sociedad con objeto de acortar distancias entre científicos y ciudadanos. Un año después, don Federico fue nombrado primer presidente del comité, lo que a su vez conllevó la participación de FEBS en la creación del European Research Council (ERC). (El propio Julio Celis detalla tan exitosas gestiones en este número de la revista). En 2020 FEBS reconoció ese papel clave de don Federico con la entrega de una placa conmemorativa, que tuve el honor de recibir en su nombre en el congreso de Lisboa de 2022.

Nuestra Sociedad, la SEBBM, también le está enormemente agradecida por su ayuda siempre. Durante la preparación del congreso IUBMB/FEBS de Sevilla 2012 le propusimos que una de las conferencias plenarias fuera financiada por la Fundación Ramón Areces, de cuyo comité científico era presidente. Con la gestión inestimable de su hijo, Federico Mayor Menéndez, recién elegido nuevo presidente de la SEBBM, la conferencia se hizo realidad, y hasta hoy continúa como referente del congreso SEBBM año tras año.

Entre tantísimas distinciones que jalonan la trayectoria de don Federico, la Universidad de Sevilla le concedió en 2019 el Premio a la Protección de los Derechos Humanos Juan Antonio Carrillo Salcedo por su “extensa e intensa trayectoria en el ámbito internacional […] para la construcción de la paz mundial”. En efecto, la paz fue siempre estandarte de su diario batallar en todos los frentes. En 2014, FEBS celebraba en París el cincuentenario de su fundación en un congreso conjunto con EMBO, que también cumplía sus cincuenta. En la cena tuve el placer de sentarme junto a don Federico y disfrutar de su amena conversación infinita. Con la paz como objetivo y el indecoroso gasto mundial en armamento de fondo, me trasladó a la isla de Gorea. Ante mi sonrojante ignorancia, me descubrió su ubicación, a tres kilómetros de Dakar –archipopular meta del rally con inicio en París–, y me describió la Casa de los Esclavos, monumento en recuerdo de la trata de negros. Situada en el extremo occidental del continente, puerta del Atlántico camino de América, Gorea fue entre los siglos XV y XIX el centro de comercio de esclavos más importante de las costas africanas. Me explicó que Gorea forma parte desde 1978 de la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, de la que fue director general, como lugar de memoria de la explotación del hombre por el hombre.

Conocida es la pasión de don Federico por la poesía, que utilizaba con elegancia como instrumento rebelde de denuncia frente a la injusticia. Tras la publicación de cada poemario esperaba impaciente la llegada puntual de un ejemplar dedicado de don Federico, al igual que cada año esperaba impaciente el poema que acompañaba su felicitación navideña. Este que sigue fue uno de los últimos:

Es imperativo
que ahora, ya iguales en dignidad
y pudiendo expresarnos libremente,
urgidos por las amenazas
que se ciernen
sobre la humanidad en su conjunto,
“Nosotros, los pueblos”,
conscientes y responsables,
atendamos solícitos

sus gritos.

A Richard Dawkins, autor de El gen egoísta, le debemos la expresión “la ciencia es la poesía de la realidad”, en la que refleja el interés del hombre por adentrarse en su propia existencia con las armas de la poesía, entendida en su más estricto sentido etimológico y aristotélico (del griego “ποίησις”, “creación”) como transformación del pensamiento en materia. Y es la poesía, en su sentido “creativo”, la que mejor refleja la pauta existencial de Federico Mayor Zaragoza tratando de desvelar los entresijos de la ciencia y su verdad, del hombre y su realidad.

Federico Mayor Zaragoza (derecha) y Miguel Ángel de la Rosa (izquierda) dialogan en presencia de Angelo Azzi, presidente de IUBMB, en el Congreso IUBMB/FEBS/SEBBM de Sevilla 2012.