
Uno de los grandes e inesperados placeres que me brindó durante mis décadas de servicio en la FEBS fue el contacto con las amplias y muy diversas facetas de Europa, desde sus paisajes físicos hasta la asombrosa variedad de riqueza y diversidad cultural. El principal proceso subyacente que permitió y amplificó este contacto fue la rutina de que las actividades de la FEBS se extendieran por todo el continente, no sólo las obvias como el congreso anual o los cursos, sino que el trabajo rutinario regular de sus comités se lleva a cabo mediante reuniones personales que tienen lugar en los lugares donde viven sus miembros. Es decir, los lugares de reunión se eligen de manera amistosa de acuerdo con los lugares de residencia de los miembros del comité. Así, mis actividades en la FEBS me permitieron conocer y colaborar con colegas de diferentes rincones de Europa, desde tan lejos como Islandia hasta la vecina Turquía; con muchos de ellos nos hicimos amigos personales. Esta experiencia ha sido de considerable importancia para mí porque, a pesar de ser vienés de nacimiento y haber crecido y vivido en Israel, apenas tuve contacto con Europa.
Mi primera participación en los órganos funcionales de la FEBS fue como miembro de su Comité de Becas, elegido en 1987, y en el que estuve desde 1989 hasta 1991. Este Comité estaba presidido entonces por Carlos Gancedo. Él me convenció unos años más tarde para que intentara presentarme como candidato a esta presidencia. Mi elección en 1995 fue el comienzo de una nueva participación, mucho más estrecha e importante, con la FEBS, ya que significaba la responsabilidad de una de sus actividades más importantes y más costosas, además de convertirme en miembro de su órgano de gobierno, el Comité Ejecutivo de la FEBS.
Con Joan Guinovart hubo una relación especial entre nosotros desde nuestro primer encuentro. Nos conocimos cuando me uní al Comité Ejecutivo, del que él pasó a ser miembro tras haber organizado el Congreso de la FEBS de 1996. Más recientemente, fue elegido Presidente de la Unión Internacional de Bioquímica y Biología Molecular (IUBMB, por sus siglas en inglés, 2015-2018) y la representó en las reuniones ejecutivas de la FEBS. Todas estas funciones de Joan dieron lugar a contactos estrechos y continuos entre nosotros. Este conocimiento fue intenso y se convirtió en algo único a lo largo de las décadas. Ya durante nuestro primer encuentro, Joan compartió conmigo sus experiencias como investigador durante varios meses en la Facultad de Medicina de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Además, inesperadamente, utilizó algunos términos de la lengua hebrea que aún recordaba de su período en Jerusalén. También me impresionó su conocimiento, aunque limitado, de la escritura hebrea, que adquirió entonces y amplió más tarde, para utilizarlo incluso en nuestros intercambios de correo electrónico, como se ilustra a continuación:
חג חנוכה שמח שנה טובה ומתוקה
Saludos cordiales, Joan
Este punto de partida de intensas discusiones pronto se convirtió en una tradición en la que Joan solía sacar a relucir temas de historia bíblica o judía. Lo que me ha sorprendido en repetidas ocasiones ha sido su amplio y profundo conocimiento del Antiguo Testamento y de una variedad de temas históricos y culturales relacionados. Por lo tanto, se convirtió en una parte habitual de todos nuestros encuentros durante el Comité Ejecutivo de FEBS, y otras reuniones que él planteara una pregunta o un término pidiendo su trasfondo o fundamento. Con frecuencia era el nombre de un profeta específico, desafiándome, por ejemplo, sobre el impacto que este hombre tuvo en la historia judía.
La siguiente anécdota ilustra cuán profundo era su conocimiento. De hecho, incluso me recordó detalles olvidados: comenzó con Joan preguntando por qué, en una oración judía en particular, los nombres de dos tribus israelitas (Efraín y Menashe) se tratan de manera diferente a los de las otras doce tribus, que tradicionalmente constituyen la nación israelí. Esa fue una pregunta sorprendente y no fácil de responder. Planteó un punto que me llevó a volver a leer y aprender ese complicado capítulo bíblico específico. Aún así, la gama de cuestiones que hemos abordado fue mucho más amplia y probablemente tenía sus raíces en que Joan era nativo de Tarragona, una de las comunidades judías más antiguas de España, que tuvo un papel importante en su historia y cultura. De hecho, la foto que se muestra a continuación, que Joan me envió hace años, ilustra la evidencia arqueológica de esta comunidad y su edad muy temprana. Muestra la llamada Cuenca Trilingüe encontrada en Tarragona. Está datada en el siglo V d. C. y presenta decoraciones típicas de la tradición judía, como el candelabro de siete brazos junto con tres inscripciones, una en hebreo con el mensaje “Paz a Israel, a nosotros y a nuestros hijos”, otra en latín y una tercera en griego. Este hallazgo arqueológico es quizás la ilustración física más apropiada del vínculo emocional y cultural que nos unió a Joan y a mí durante décadas y a través del Mediterráneo que nos separaba.
Siempre guardaremos su recuerdo profundamente con nosotros.
Traducción del inglés por Joaquim Ros

