Hablan las científicas: «Ser mujer en la ciencia es un hándicap añadido»

Seis mujeres nos cuentan las desigualdades a las que se tienen que enfrentar en su sector. Tienen dos objetivos: terminar con la brecha de género y convertirse en referente para las más jóvenes.

Hoy es 8 de marzo, una fecha que significa mucho para las mujeres en todo el mundo. Mujeres trabajadoras, dentro y fuera de casa. Mujeres que piden igualdad en campos en los que los hombres gozan de más ventajas o más reconocimientos. Mujeres que no necesitan más ventajas, sino que se terminen esas diferencias profesionales, como la brecha salarial. En Vanitatis hemos querido acercarnos a uno de los sectores donde más se notan estas desigualdades: la ciencia. Porque hay estudios que dejan claro que existen. Y que son muchas.

Por mencionar solo unas pocas: las mujeres científicas tienen un 20% menos de posibilidades que los hombres de conseguir un proyecto; si un trabajo de investigación está firmado por una mujer, tiene menos probabilidades de ser admitido en un evento científico de alto prestigio y es menos citado; también son menos invitadas a los congresos o reciben los premios científicos con menos remuneración y menos prestigio. Son las conclusiones de varios estudios. Como una de ellas nos dice: «Tenemos un problema».

En una fecha tan significativa como la de hoy, quieren reivindicar su lugar en la ciencia. No quieren ni más ni menos que sus compañeros varones, solo las mismas oportunidades. Hablamos con seis científicas de generaciones diferentes cuyo trabajo ya está dando sus frutos en pacientes de cáncer de mama o de hígado, por poner dos ejemplos. En ellas se reúne el presente y el futuro de la investigación española.

Todas ellas tienen algo en común: son mujeres a las que en un momento dado picó el gusanillo de la ciencia. Unas, porque querían entender por qué aparecen las enfermedades; otras, para dar respuesta a las preguntas del mundo que nos rodea; y otras por simples avatares del destino. Cuando se quitan la bata y dejan el microscopio, son mujeres ‘normales’, si nos permiten la etiqueta. Mujeres a las que les gusta viajar, estar con su familia, salir a tomar algo y sentirse bien. Uno de sus objetivos al participar en reportajes como este es que las niñas y jóvenes encuentren en ellas referentes.

Guadalupe Sabio. (David Mora/Cortesía)
Guadalupe Sabio

Directora del grupo de Diabetes, Cáncer y Enfermedades Cardiovasculares en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares de Madrid.

¿En qué consiste vuestro trabajo en el día a día?

Normalmente mi trabajo es leer mucho, estudiar muchísimo tanto lo que se sabe como los nuevos descubrimientos. La ciencia es muy dinámica y hay que estar constantemente al día. Tengo reuniones con los estudiantes y los postdoctorales de mi grupo para ver los nuevos resultados y decidir entre todos los pasos a seguir. Además también tengo que escribir proyectos para conseguir financiación, escribir lo que han dado lugar los proyectos y mucho papeleo…

¿Qué habéis descubierto en vuestro grupo?

Nuestro grupo estudia cómo aparecen las enfermedades asociadas a la obesidad. Cuando yo estaba haciendo mi postdoctoral descubrí que la grasa tiene un papel importante en el desarrollo de la diabetes en el hígado y en que aparezca el hígado graso. Ahora hemos visto que la grasa puede controlar incluso nuestra predisposición a padecer cáncer hepático.

¿Cuáles son los mayores obstáculos o barreras que has encontrado a lo largo de vuestra carrera profesional?

La carrera investigadora es una maratón y hay numerosos obstáculos, la inestabilidad de los contratos, los plazos de los proyectos, el que no haya un calendario, con lo que nunca se sabe cuando salen las convocatorias… Yo tuve que irme a dar a luz con el ordenador porque salía el plan nacional y tuve que ir a defender mi proyecto nacional en plena baja maternal. Creo que estas cosas empiezan a cambiar, pero muy lentamente.

¿Qué medidas consideras que serían necesarias para promover la igualdad en ciencia y romper esos techos de cristal?

Se necesita primero aceptar que existen sesgos en toda la sociedad y por consiguiente en los científicos, porque somos personas… Estos sesgos los tienen hombres y mujeres y están condicionados por la educación que hemos recibido, una educación en la que estaban consolidadas muchas actitudes y costumbres machistas. Para poder solucionarlo hay que aceptarlo y trabajar para que esos sesgos no nos afecten a la hora de evaluar el trabajo, a la hora de valorar un currículum o a la hora de pensar quién es la persona más adecuada para tener una promoción o dar una charla. Esto es imprescindible. Para ello hay que poner medidas correctoras. Es decir, visibilizar cuándo las cosas no se hacen bien… Evaluar cómo se están comportando nuestras instituciones científicas y promover que haya paridad en los puestos de responsabilidad.

¿Qué les diríais a las más jóvenes y a las niñas para que se animen a ser científicas?

Para mí lo mejor de ser científica es aprender de otros, escuchar y discutir ideas. Conoces a gente muy brillante con los que una conversación vale su peso en oro.

Nuria López-Bigas. (Cortesía)
Nuria López-Bigas

Dirige el grupo de investigación Genómica Biomédica en el Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona.

¿En qué consiste vuestro trabajo en el día a día?

Estudiamos las mutaciones de los tumores para identificar las causantes del cáncer. Para esto utilizamos la bioinformática. En concreto desarrollamos algoritmos computacionales para analizar miles de tumores e identificar patrones que nos indican qué mutaciones, de las miles que tiene cada tumor, son las causantes del cáncer.

¿En qué campo estáis aportando nuevo conocimiento? ¿Qué habéis descubierto en vuestro grupo?

Analizando miles de tumores desarrollamos un compendio de genes y mutaciones causantes de los distintos tipos de cáncer. Los datos son públicos para toda la comunidad científica.

¿Qué medidas consideráis que serían necesarias para promover la igualdad en ciencia y romper esos techos de cristal?

Por un lado, dar más soporte a las mujeres científicas durante la maternidad. Este periodo muchas veces coincide con el momento de consolidar la carrera; sin los soportes adecuados en este momento muchas científicas brillantes no pueden seguir. Si lo piensas, es un tiempo relativamente corto en la carrera completa de una investigadora. No tiene ningún sentido perder a científicas brillantes que pueden aportar mucho a la ciencia por no darles soporte durante este relativamente breve periodo de tiempo.

Por otro lado, tomar medidas para mitigar el ‘unconcious bias’. La capacidad de hombres y mujeres es la misma, pero la percepción de esta capacidad no lo es, ya que está influenciada por la educación que hemos recibido, el contexto social, la falta de referentes. Hacernos conscientes de esto es importante para mitigarlo.

¿Qué les diríais a las más jóvenes y a las niñas que estén pensando en dedicarse a la ciencia? ¿Qué les contarías sobre las ventajas de ser científica?

La ciencia es un trabajo fascinante. Si son personas curiosas, con ganas de aprender, y disfrutan de los retos, serán buenas científicas. Además, es un trabajo muy colaborativo e internacional. Yo trabajo con un equipo de unas 20 personas con perfiles complementarios, desde biólogos, médicos, matemáticos, informáticos. Y colaboramos con grupos de muchos países, lo que lo hace muy enriquecedor.

María Mayán. (Cortesía)
María Mayán

Directora del grupo CellCOM en el Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña.

¿En qué consiste vuestro trabajo en el día a día?

Mi trabajo, como jefa de grupo, consiste en dirigir la orquesta. Hago trabajo de silla y ordenador fundamentalmente, pensar y planificar los proyectos, organizar el trabajo para sacar adelante las ideas que discutimos conjuntamente, solicitar financiación y contratos a convocatorias competitivas para poder comprar reactivos, materiales y poder cubrir el salario del personal del grupo. Los investigadores e investigadoras predoctorales y postdoctorales del grupo son los que hacen los experimentos y analizan los datos. A mí me dan las resultados listos para pensar y ver por dónde nos llevan. Al final es un trabajo en equipo; si uno falla, fallamos todos. Además, por supuesto, de tareas de divulgación, participación en diferentes juntas directivas y muchas reuniones.

¿Qué es lo que trabajáis en vuestro grupo y qué descubrimientos o avances habéis hecho?

Estamos tratando de entender cómo se comunican las células entre sí a través de unos canales especiales, y qué alteraciones en esta comunicación celular están alteradas en patologías asociadas a la edad, como la artrosis, o en procesos de metástasis y resistencia al tratamiento en cáncer. Por ahora, ya hemos descubierto una nueva diana terapéutica para evitar el progreso de la artrosis. Hemos registrado una patente y estamos desarrollando un nuevo compuesto dentro del marco de un proyecto europeo financiado por el ISCIII. En los proyectos de cáncer, hemos descubierto un mecanismo y una diana que nos ha permitido registrar recientemente tres patentes europeas para el desarrollo de una nueva estrategia terapéutica que aumenta la eficacia de terapias dirigidas como los inhibidores PARP en cáncer de mama y los inhibidores BRAF/MEK en melanoma. Ahora estamos realizando los ensayos preclínicos en modelos animales y esperamos ser capaces de desarrollarlos lo mejor posible para poder llegar lo más lejos que podamos. Nuestro objetivo es que el conocimiento que generamos en el laboratorio llegue algún día al paciente, aunque es un camino largo que necesita mucha financiación y apoyo para poder llegar con éxito a la clínica.

¿Cuáles son los mayores obstáculos o barreras que has encontrado a lo largo de vuestra carrera profesional?

Basada en datos publicados por revistas científicas podríamos decir que las principales barreras para avanzar en la carrera científica son la maternidad, las cargas familiares y los sesgos y roles de género. Sin duda, los sesgos de género son un obstáculo importante. Hay estudios científicos que lo ponen en evidencia con datos, pero nos cuesta mucho convencer a nuestros colegas, hombres y mujeres, de que los científicos y científicas también tenemos sesgos de género. Están asociados a nuestra educación y a los roles de género. Todavía queda un largo camino, pero visibilizar el problema es un primer paso para tomar medidas que eviten que esos sesgos hagan por ejemplo que las mujeres científicas tengamos un 20% menos de probabilidades de conseguir un proyecto o un contrato de investigación, porque se nos vea menos geniales, menos capaces. Se nos invita menos como ponentes en congresos, tenemos menos probabilidades de que nos acepten un trabajo en una revista científica de alto prestigio, nuestros trabajos se citan menos… y todo por tener nombre de mujer. Estamos más invisibilizadas y por tanto se nos reconoce menos y todo nos cuesta más. No somos conscientes hasta que leemos los datos de estudios rigurosos publicados en revistas científicas de prestigio. Tenemos un problema.

¿Qué medidas consideras que serían necesarias para promover la igualdad en ciencia y romper esos techos de cristal?

La primera, asegurarse de que los datos se ajustan a la realidad. Si empezamos más o menos el mismo número de hombres y mujeres la carrera científica, debemos llegar más o menos igual a esos puestos de liderazgo. Hay que asegurarse de que esos porcentajes se mantienen y penalizar a los centros e instituciones que tienen un porcentaje menor. Hay que legislar para que esos datos cambien. Ya lo anunció hace unas semanas la presidenta de la Comisión Europea: las medidas voluntarias no funcionan. Las mujeres ocupamos muchos cargos de ‘vices’ (que requieren más trabajo y menos visibilidad), pero pocos de líderes, y eso no puede ser. Para cambiar las cifras, debemos ser todos más generosos y ponernos a trabajar.

¿Qué les dirías a las más jóvenes y a las niñas que estén pensando en dedicarse a la ciencia? ¿Qué les contarías sobre las ventajas de ser científica?

La ciencia es una carrera apasionante, cada día es un día diferente. La curiosidad es ese gusanillo que llevamos todos y todas dentro y que es insaciable. La sensación que tienes cuando ves algo nuevo, que no ha visto nadie más que tu grupo es una sensación de felicidad indescriptible. El descubrir algo nuevo, por muy pequeño que sea, es una maravilla, y el analizar los resultados que tienes para ver qué puede estar pasando, ese trabajo de detective a nivel molecular, es apasionante. Nunca sabes a dónde te va a llevar. Además, añadiría que la ciencia es divertida en el día a día y también te permite estar en contacto con la sociedad, con los colegios, periodistas, políticos, escritores, etc. En ciencia se viaja mucho, se conoce a gente muy interesante y de diferentes ámbitos. Es un trabajo muy recomendable.

Maite Huarte. (Cortesía)
Maite Huarte

Investigadora principal del grupo de RNA No Codificante y Regulación del Genoma del Cáncer en el Centro de investigación de la Clínica Universidad de Navarra.

¿En qué consiste tu trabajo en el día a día?

Superviso y coordino a mi equipo día a día. Diseñamos los experimentos, discutimos los resultados, también coordinándonos con los colaboradores de otros equipos. Una parte muy importante es la difusión de nuestro trabajo, publicándolo en revistas internacionales y presentándolo en congresos. Además dedico mucho esfuerzo a conseguir fondos para investigar. Tengo que escribir proyectos que se presentan a convocatorias competitivas donde son evaluados y, con suerte, financiados.

¿En qué campo estáis aportando nuevo conocimiento? ¿Qué habéis descubierto en vuestro grupo?

Estudiamos una parte del genoma humano que hasta hace poco se consideraba ‘basura genómica’ por carecer de genes convencionales. Hemos descubierto que contiene un tipo de genes especiales, que no tienen información para producir proteínas. A pesar de esto, producen moléculas largas de ARN (lncRNAs) con importantes funciones en nuestras células. De hecho, hemos visto que los lncRNAs tienen un papel muy importante en el desarrollo del cáncer y que pueden ser clave para mejorar los diagnósticos y tratamientos contra esta enfermedad.

¿Cuáles son los mayores obstáculos o barreras que has encontrado a lo largo de tu carrera profesional?

Nuestro trabajo es muy exigente. A menudo nuestras hipótesis no se confirman y los proyectos no avanzan como esperábamos. Hay que ser muy constante, tener determinación y aprender a convivir con la frustración. También hay que acostumbrarse a ser evaluada continuamente, compitiendo a nivel mundial. La ciencia no tiene fronteras. Desafortunadamente, ser mujer es un hándicap añadido porque hay un machismo subyacente que hace que seamos menos valoradas que los hombres. Muchas veces esta percepción la alimentamos las propias mujeres, que nos autolimitamos por nuestras inseguridades.

¿Qué medidas consideras que serían necesarias para promover la igualdad en ciencia y romper esos techos de cristal?

Hay que educar a niños y niñas en igualdad dando ejemplo. Las concepciones y actitudes se graban en nuestro cerebro desde muy pequeños. Las niñas tienen que sentirse capaces de ser líderes y los niños tienen que asumir de forma natural las responsabilidades de la familia y la crianza de los hijos. Por supuesto, hay diferencias biológicas que no podemos obviar. La edad fértil de las mujeres coincide con un momento crítico de la carrera científica. Hay que legislar para que esto no suponga una desventaja para las mujeres.

¿Qué les diríais a las más jóvenes y a las niñas que estén pensando en dedicarse a la ciencia?

Creo que muchas chicas se desaniman porque piensan que es un camino difícil, pero todas las profesiones lo son de una manera u otra. Les animaría porque descubrir es maravilloso y además es una forma de mejorar nuestra sociedad. Necesitamos que las chicas lideren los descubrimientos que aún están por hacerse. Es un trabajo precioso. Ningún día es igual al anterior. Es muy creativo y nunca se deja de aprender cosas nuevas. Se está en contacto con gente joven, los estudiantes de doctorado que formamos para ser investigadores. Además es un trabajo muy internacional con viajes frecuentes a congresos y visitas a colaboradores. Se conoce a mucha gente interesante de todo el mundo.

Paula Carpintero-Fernández. (Cortesía)
Paula Carpintero-Fernández

Investigadora postdoctoral del Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña.

¿En qué consiste tu trabajo en el día a día?

Estoy en el punto de inflexión en donde todavía tienes que hacer trabajo experimental de laboratorio, pero al mismo tiempo necesitas escribir proyectos para buscar financiación, poder mantenerte en el sistema y ser competitivo. La verdad es que es una etapa muy dura y clave porque hay dos opciones: o te mantienes en el sistema o te caes completamente. La carrera científica en España tiene muchos obstáculos todavía y también mucha precariedad, a pesar de que quieren hacernos creer que con la nueva Ley de Ciencia esto va a solucionarse, en realidad todavía queda mucho por hacer y sobre todo a nivel de investigación en los hospitales, que siempre somos los olvidados del sistema. Que sea un sistema competitivo está bien, porque te obliga a mejorar día a día, pero al mismo tiempo hay que ofrecer más opciones y oportunidades porque somos muchos para muy pocas plazas que ni siquiera son estables.

¿En qué campo estáis aportando nuevos conocimientos? ¿Qué descubrimientos o avances habéis hecho?

La línea de investigación que lidero dentro del grupo de la Dra. Mayán está centrada en la búsqueda de biomarcadores que nos permitan predecir la respuesta de las pacientes con cáncer de mama a un nuevo tipo de inhibidores que se están utilizando en clínica (inhibidores CDK4/6). Ya hemos identificado varios biomarcadores y los hemos probado en ensayos in vitro. Ahora lo que estamos haciendo es validar los resultados obtenidos en el laboratorio en muestras de pacientes en colaboración con el Servicio de Oncología de nuestro hospital. El objetivo final es tener una batería de 4-6 biomarcadores que pueden ser utilizados para predecir la respuesta de las pacientes al tratamiento con inhibidores CDK4/6 asegurando una terapia eficaz y evitando mecanismos de resistencia.

¿Cuáles son los mayores obstáculos o barreras que has encontrado a lo largo de tu carrera profesional?

En mi caso, como todavía estoy en las etapas júnior, la máxima dificultad que he encontrado ha sido no ser beneficiaria de algún proyecto o algún contrato que me permita continuar mi carrera. Durante la etapa pre y postdoctoral, más o menos todos vamos a la par evolucionando, algunos tienen ventajas sobre otros por su nota de expediente, por ejemplo, pero en general durante las primeras etapas de la carrera investigadora no sueles tener muchos obstáculos. Sin embargo, cuando hablamos de una etapa más avanzada, ahí empiezan los problemas. Hay muy pocas mujeres que lleguen a puestos de responsabilidad, como por ejemplo jefa de grupo, porque el sistema está montado de una manera que te penalizan, por ejemplo, por una baja de maternidad que es totalmente legal. Esa penalización te hace menos competitiva porque el sistema entiende que durante tus meses de baja no has sido productiva y por lo tanto no llegas al nivel para mantenerte. Afortunadamente, esto está poco a poco cambiando, pero todavía queda camino por andar.

¿Qué medidas consideras que serían necesarias para promover la igualdad en ciencia y romper esos techos de cristal?

Yo creo que una de las soluciones es, sin duda, la corresponsabilidad. Tanto hombres como mujeres tienen que concienciarse y remar hacia el mismo lado. De nada sirve que nosotras nos peleemos si no tenemos apoyo. Todo puede mejorarse, incluyendo la presencia de más mujeres en los comités de evaluación, más presencia en premios tanto a nivel nacional como autonómico y también más apoyo por parte de las instituciones de gobierno. Por ejemplo, en Galicia el año pasado se aprobó la Ley Ángeles Alvariño, pionera en promover la igualdad en la investigación entre hombres y mujeres, lo que supone un hito histórico ya que con este tipo de leyes tanto hombres como mujeres estamos en las mismas condiciones.

¿Qué les dirías a las más jóvenes y a las niñas que estén pensando en dedicarse a la ciencia?

Yo las animaría a que luchen pos sus sueños y que se queden con la idea de que, si quieres, puedes hacer lo que te propongas. Solo necesitas confiar en ti misma. La mayoría de la gente piensa que los científicos estamos encerrados en el laboratorio, pero la verdad es que es una profesión que te aporta un montón de cosas tanto a nivel profesional como personal. A nivel profesional te permite viajar porque para estar a la última necesitas ir a congresos y cursos que se imparten en diferentes partes del mundo y además también te da la oportunidad de visitar otros laboratorios punteros. Por ejemplo, en mi caso tuve la oportunidad de irme a la Universidad de Yale durante 3 meses y después estuve viviendo en Londres durante casi 3 años en mi etapa postdoctoral. A nivel personal, la verdad es que la ciencia es muy gratificante no solo porque aportas conocimiento y contribuyes a que la sociedad mejore, sino porque la ciencia es un reto diario y eso te ayuda a mejorar y superarte a ti mismo, lo que indirectamente te hace crecer como persona.

Cintia Folgueira. (Cortesía)
Cintia Folgueira Cobos

Investigadora postdoctoral en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares de Madrid.

¿En qué consiste tu trabajo en el día a día?

En el laboratorio podemos decir que no hay dos días iguales. Cada día es una aventura, es hacerte una pregunta y pensar de qué manera responderla. A veces hacemos un experimento y tenemos el resultado de manera inmediata, pero en ciencia se necesitan meses o años para obtener todas las respuestas, para entender y unir todos nuestros resultados; incluso los experimentos que no salen como esperábamos nos dan información muy valiosa. La ciencia es continuo avance, y también es muy importante la formación de futuros investigadores. La tutorización de estudiantes, de nuevo talento que quiere conocer cómo se trabaja en un laboratorio, es fundamental en nuestro laboratorio.

¿En qué campo estáis aportando nuevo conocimiento? ¿Qué habéis descubierto en vuestro grupo?

Principalmente buscamos encontrar nuevas vías de tratamiento para enfermedades como la diabetes y la obesidad. Mis investigaciones se centran en esclarecer los mecanismos de conexión entre el cerebro y el corazón, el músculo, el hígado o la grasa. Hemos visto que la manipulación farmacológica y genética en determinadas regiones del cerebro son capaces de modificar el comportamiento de nuestros animales de experimentación, debido a alteraciones en los demás órganos y tejidos periféricos. Si somos capaces de entender las pequeñas alteraciones, podremos también encontrar los tratamientos adecuados para cada patología.

¿Cuáles son los mayores obstáculos o barreras que habéis encontrado a lo largo de vuestra carrera profesional?

Quizás el mayor problema haya sido la incertidumbre. A pesar de que la situación de la ciencia mejora, es difícil conseguir financiación y conseguir una estabilización. Tener esta vocación científica va a condicionar tu vida profesional pero también tu vida personal.

¿Qué medidas consideráis que serían necesarias para promover la igualdad en ciencia y romper esos techos de cristal?

Creo que el problema radica en la educación y en la visibilización que tenemos de los científicos. No debería existir ningún obstáculo para que las mujeres que quieran desarrollar una carrera científica alcancen el éxito. El problema viene cuando no se educa en la igualdad de capacidades y no se fomenta la seguridad y la autoestima. Por eso, creo que es muy importante la búsqueda de referentes femeninos en ciencia, visibilizarnos y apoyarnos entre nosotras para poder romper esos techos de cristal y que podamos encontrar nuestro camino en la ciencia.

¿Qué les diríais a las más jóvenes y a las niñas que estén pensando en dedicarse a la ciencia? ¿Qué les contarías sobre las ventajas de ser científica?

Les diría que apuesten por su futuro, que lo intenten, que se dediquen a lo que realmente les apasione, en igualdad de condiciones y de capacidades. La investigación es un camino largo y hay muchos altibajos, pero es muy satisfactorio cuando salen los experimentos planteados. Otra de las ventajas es que te permite viajar y conocer a otros investigadores con los que compartir y aprender. Pienso que en ciencia es imprescindible el trabajo en equipo y la colaboración entre grupos.

¿Cuáles creéis que son vuestras principales barreras para alcanzar vuestros objetivos a corto y largo plazo?

Las principales barreras que nos encontramos las más jóvenes para continuar nuestra carrera científica es la estabilización y la financiación. Es complicado poder planificar, tanto tu vida personal como profesional sin saber si tu proyecto va a seguir siendo financiable, o esperando a la resolución de una ayuda postdoctoral que se retrasa. Mantener una actitud positiva es imprescindible para continuar teniendo como estímulo el poder finalizar aquel proyecto que empiezas con mucha ilusión y avanzar en el conocimiento.

El reto común: la igualdad

Guadalupe, Nuria, Maite y María llevan décadas de trayectoria profesional a sus espaldas, por lo que han tenido más tiempo de vivir en su piel las desigualdades que existen en la ciencia. Pero también las más jóvenes, Paula y Cintia, saben a qué pueden enfrentarse y cómo es esa brecha que separa a hombres y mujeres en su sector. María habla por todas ellas: «Las mujeres tenemos una presión social por cuidar a nuestras familias e hijos/as», nos cuenta. «Cuando tuve a mi hija, solicité la baja maternal a tiempo parcial porque no podía dejar al personal de mi grupo y además estaba solicitando un proyecto europeo importante. Mis compañeras de trabajo un día me preguntaron literalmente que qué hacía allí, en lugar de estar cuidando de mi hija, por supuesto haciéndome sentir mala madre. Una presión que no sufrió en ningún momento su padre».

Pero hay más ejemplos: «En otra ocasión, firmando yo como líder y responsable de una publicación científica, uno de los revisores recomendó que el artículo fuese revisado por un autor sénior cuando la sénior firmante era yo. Y también, en el ámbito hospitalario donde yo trabajo, sabemos que siendo mujer y personal no clínico, nuestras oportunidades de ascenso en la carrera profesional son nulas. Y es muy triste. No se nos tiene en cuenta ni para comités ni para puestos de dirección o toma de decisiones. Llegar a formar mi propio grupo de investigación en el INIBIC no fue un proceso fácil y tuve que pasar por situaciones difíciles. Me pregunto muchas veces si estas situaciones se darían en caso de ser hombre».

Y nos deja una pregunta para reflexionar: «¿Sabes que hay centros de investigación con menos del 10% de jefas de grupo? Y nadie se sonroja…».