Entrevista a Verónica Torrano Moya

Actualmente compagina su liderazgo científico con la membresía de la junta directiva de ASEICA y la coordinación del grupo de trabajo ASEICA Joven.

Verónica completó sus estudios de doctorado en Bioquímica y Biología Molecular por la Universidad de Cantabria en 2006. Tras una breve estancia postdoctoral en la misma institución gracias al premio internacional Lady Tata for Research in Leukemia, en 2008 se incorporó como investigadora postdoctoral al Institute of Cancer Research, UK. Tras tres años en el extranjero, Verónica regresó a España para ser reclutada como investigadora postdoctoral senior en CICbioGUNE. Fue en el año 2016 cuando Verónica inició su andadura como investigadora principal y en 2018 consiguió un contrato Ramón y Cajal para incorporarse a la Universidad del País Vasco como jefa de grupo independiente.

P.- Cuéntanos brevemente qué proyecto estáis haciendo en el laboratorio.

R.- En nuestro laboratorio de la Universidad del País Vasco estamos interesadas en estudiar los eventos biológicos y moleculares que determinan la agresividad del cáncer de próstata, prestando especial atención a los cambios transcripcionales que gobiernan la comunicación celular. El abordaje de nuestros estudios lo hacemos desde una perspectiva traslacional, ya que tratamos de que nuestras preguntas surjan desde y lleguen a los pacientes, con el fin de explotar el concepto de medicina de precisión.

P.- ¿Por qué eres científica?

R.- Porque me fascina (e incluso en ocasiones me obsesiona) saber y sobre todo entender cómo funciona lo que nos rodea, desde nuestro comportamiento social a nuestro metabolismo.

«Estamos muy acostumbrados a que desde bien pequeños nos marquen los ritmos de aprendizaje cuando realmente todos nosotros damos nuestro máximo cuando establecemos y nos dejan establecer nuestros propios ritmos»

P.- ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

R.- Me gusta la sensación de abordar preguntas ante algo desconocido o que aún no había sido observado. Plantearte hipótesis, darles mil vueltas (e intentar no entrar en bucle), realizar experimentos, observar los resultados y discutirlos. En mi opinión la discusión es de las actividades más enriquecedoras de nuestro trabajo, porque implica comunicación con tus colegas de profesión, generosidad por compartir tu opinión y respeto. Además de una buena discusión es de donde salen nuevas preguntas científicas.

P.- ¿Qué es lo que menos te gusta? 

R.- A lo largo de mi carrera investigadora me he enfrentado, como much@s otr@s colegas, a distintas facetas de nuestra profesión que no me han gustado pero que en perspectiva ahora lo veo como un proceso de maduración. Durante mi etapa predoctoral no me gustaba que de tres experimentos saliera solo uno y por tanto tenía que repetir y afinar. Pero de ahí cultivé la paciencia y la insistencia necesarias para alcanzar una meta. Posteriormente durante la etapa postdoctoral, la incertidumbre que la lidié con el cultivo de la persistencia. Y ahora como líder de grupo, lo que menos me gusta es la parte más técnica de gestión, la burocracia en la que está sumergida la ciencia en España y en especial los organismos públicos como la Universidad.

P.- ¿Crees que ha sido complicado llegar a la situación profesional en la que te encuentras ahora?

R.- Más que complicado yo diría que ha sido complejo y se podría traducir en una carrera de fondo en la que me he ido preparando poco a poco ya no solo a nivel técnico/experimental sino que he ido adquiriendo competencias necesarias para superar cada reto al que me he ido afrontando. Por suerte (o no), he estado rodeada de mentores, familiares y amigos que me han ayudado a reconocer los retos y buscar las herramientas para superarlos, y sobre todo quisiera destacar que lo he hecho a mi ritmo y con los tiempos que yo he necesitado. Un obstáculo que en este caso creo que si complica el desarrollo de nuestra carrera son los tiempos y su rigidez. Estamos muy acostumbrados a que desde bien pequeños nos marquen los ritmos de aprendizaje cuando realmente todos nosotros damos nuestro máximo cuando establecemos y nos dejan establecer nuestros propios ritmos, marcadas muchas veces por nuestras circunstancias.

P.- ¿Piensas que tu trayectoria profesional hubiera sido diferente si no hubieras sido mujer? ¿Por qué?

R.- Posiblemente no, pero si que creo que hubiera vivido de diferente manera los distintos estadios de mi trayectoria profesional. Empezando por mi estancia postdoctoral, cuando decidí irme a Inglaterra sola, sin mi pareja, socialmente fue cuestionado. Ya siendo más senior, aunque nunca he vivido la desigualdad explicita y siempre he obtenido el respecto de mis colegas, sí que he vivido experiencias implícitas en las que he sentido invisibilidad en entornos mayoritariamente masculinos, como por ejemplo dificultad para entrar en conversaciones o si consigues entrar ser interrumpida. Pero estas situaciones no difieren de las que podemos encontrar en entornos sociales no laborales. Si la equidad hombre/mujer no está reflejada en ciertos círculos profesionales (y sociales), inherentemente esta falta de referentes se va a traducir en menor atracción y sentimiento de pertenencia del sexo menos representado, lo que nutre este círculo vicioso negativo. 

P.- ¿Cuáles crees que son los principales retos para alcanzar la igualdad de las mujeres en la carrera científica?

R.- En línea con la pregunta anterior, creo que el principal reto es conseguir referentes en cada uno de los estadios de la carrera científica, visibilizarlas y darles voz para que cuenten su experiencia personal y profesional. Otro reto que creo que deberíamos superar y trabajar en ello, quizás mediante formación, es la confianza y la seguridad en una misma. Por ejemplo, aprender a ver la carrera científica no como una carrera de obstáculos, sino de retos. No ver la dificultad en ella sino la complejidad. No ver la conciliación familiar como una barrera de desarrollo profesional, sino como una herramienta de equilibrio enriquecedor. En definitiva, dotarnos de herramientas para superar los miedos y la incertidumbre a la que nos enfrentamos. Además, creo esencial que los hombres participen activamente en debates de igualdad porque “esto no solo va de nosotras” y sin ellos no se va a poder conseguir. Tenemos que hacerles participes y que se sientan participantes.

«En mis charlas divulgativas en colegios, al acabar, siempre muestro una ilustración donde un adulto le pregunta a un@ niñ@ que está disfrazad@ de bailarin@-aviador@-héroe/heroina-futbolista: ¿A qué juegas?, y éste le contesta: “A crecer libre de estereotipos, ¿juegas?»

P.- ¿Cómo crees que se puede promover la igualdad de oportunidades de las mujeres?

R.- Visibilidad, presencialidad y educación. Reivindicar la visibilidad y presencialidad de mujeres en reuniones, congresos y/o paneles de evaluación tanto en entrevistas de trabajo como de proyectos. Soy consciente que cada vez más se está haciendo un esfuerzo por que sea así, pero claramente no estamos consiguiendo el objetivo final. A día de hoy nos seguimos encontrando con titulares de prensa donde las mujeres no tienen nombre o programas científicos donde debemos hacer esfuerzos matemáticos para ver la equidad entre mujeres y hombres.

P.- Propón una mujer líder en el ambito científico que destacarías como referente.

R.- En mi entorno más cercano, destacaría a Ana Zubiaga, catedrática de la Universidad del País Vasco. Científica líder en el campo del ciclo celular y cáncer y uno de mis referentes, no solo a nivel científico y profesional, sino personal. Generosa, siempre dispuesta a ayudar, a escuchar, a dar consejos, a promocionar al talento joven, y siempre con una sonrisa.