Hay libros que marcan la historia de una disciplina, y el de «Bioquímica» de «Stryer» es uno de ellos. El libro original «Biochemistry with clinical applications» fue escrito por Lubert L. Stryer, Jeremy M. Berg y John L. Tymozcko, pero todos los que estudiábamos bioquímica en la carrera (da igual que licenciatura o grado fuese) lo conocíamos por el «Stryer». Se han publicado diversas ediciones. Creo que la última traducida al español es la séptima, publicada por editorial Reverté en 2013.
El Stryer era un libro mítico, de referencia, tanto como su contrapartida, el de «Bioquímica» de Albert L. Lehninger, que conocíamos también como «Lehninger». Por eso muchos decíamos que éramos de «Stryer» o de «Lehninger» a la hora de estudiar bioquímica según las preferencias o recomendaciones de nuestros profesores y profesoras, o según los gustos de cada cual. Yo era de los dos. Yo era de «Stryer» y de «Lehninger»… y del «Newscome & Leech» también, enamorado que es uno de los buenos libros de texto. Libros que valían su peso en oro y para los cuales había que ahorrar si querías tenerlos en casa, más allá de leerlos o estudiarlos gracias a alguna de las copias de las bibliotecas.
Detrás de esos libros de referencia estaban los autores, a quienes implícitamente rendíamos culto nosotros, los estudiantes, al nombrar el libro por el nombre de su autor o primer autor. El «Stryer» estaba escrito por Lubert L. Stryer en solitario, en su primera edición de 1975. Pero en las sucesivas ediciones el libro contó con la coautoría de JM Berg y JL Tymozcko, libro del cual se editaron (en inglés) hasta 10 ediciones. A las últimas ediciones se añadieron dos coautores más: Justin Hines y Gregory J. Gatto Jr.
Lubert L. Stryer nació en China el 2 de marzo de 1938 y acaba de fallecer, hace poco más de un mes, el 8 de abril de 2024, en Stanford (California), a la edad de 86 años. Fue profesor de bioquímica de la Universidad de Stanford y era miembro de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU., entre otras muchas distinciones y premios que recibió a lo largo de su carrera. Su compañero y coautor del libro Jeremy Berg le dedica un sentido obituario en el último número de la revista Science. Se puede escuchar una entrevista que le hicieron en 2008 en el Science History Institute.
Cuando fallecen estos gigantes de la ciencia que tanto impacto han tenido en generaciones de bioquímicos y bioquímicas es cuando nos damos cuenta que detrás de esos libros que todos guardamos en casa como verdaderos tesoros, y que nos hicieron apasionarnos por la bioquímica, detrás de esos libros hay personas, investigadores que decidieron compartir su sabiduría con los demás. Lubert Stryer ha fallecido, pero su obra y su memoria perdurará en muchas bibliotecas y en muchos hogares de bioquímicos.
Descanse en paz.
Estimado Lluis,
A mi me gustan casi todos los libros de Bioquímica. Sin embargo, soy 51% Lehninger y 49% Stryer. La razón la das tú, en segundo de carrera sólo me llegaba para el Introducción a la Bioquímica, que era mas pequeño y asequible. Este libro ya lo había consultado en la biblioteca cuando estudiaba COU, el de texto no explicaba algunas cosas. Después, en cuarto de carrera ya me llegó para los dos tomos del magnifico libro de Stryer. Pero ya se sabe, la eterna atracción de los primeros amores.
Magnífico artículo, que nos hace viejos
Saludos
Hola LLuis. Enhorabuena por tu artículo. Me has recordado tiernamente mis primeros años de estudiante de la licenciatura de Medicina y Cirugía. Yo me forme con H.A. Krebs y te aseguro que tenía el Lehninger en la mesa de su pequeño despacho.
Un abrazo
Guillermo
Gracias Luis por tu comentario,
Yo era de Stryer. Aun lo sigo siendo!
Cuando yo estudiaba, hace ya años, era un libro tan moderno, con unas ilustraciones tan bien hechas, con una estructura del texto a base de afirmaciones en los títulos que eran luego explicadas en detalle. Sin duda, «el Stryer» fue una de las causas de mi adicción a la bioquímica.
Un abrazo,
Anna
Los que hemos hecho más mili en la SEB aún recordamos textos anteriores al Lehninger. Las primeras oposiciones que hice para Agregado (Mayo 1968) me las preparé con el Cohn y Stumpf que ayudaba mucho para fijar rutas metabólicas. Salieron Esteban Santiago (Navarra) y Manuel Rosell.Pérez (Santiago de Compostela). Después,las de 1972 las ganó Santiago Gascón (Oviedo). Entonces el Lehninger era maravilloso como texto. No había aparecido el Stryer. Las que gané para Barcelona en 1974, ya usé varios textos incluido los dos mencioandos más el McGilvery, más el White, Handler y Smith, que parecía una enciclopedia pues lo ponía todo. La gracia de las oposiciones de 1968 era que en los ratos libres leíamos las noticias del Mayo Francés.
Yo era más de Lehninger. Aún conservo en el despacho el libro de la edición de 1978 comprado en «La Cooperativa» de Moncloa. Está ya desencuadernado; pero sigo hojeándolo de vez en cuando. También usé el Stryer. En aquellos años tenías un libro; pero consultabas varios en la biblioteca.
Escribiendo esto, he recordado a los que fueron mis profesores de varias asignaturas de bioquímica en aquellos años, en el Departamento liderado por Ángel Martín Municio. Especialmente recuerdo a Roberto Arche (que fue mi profesor de Bioquímica de segundo y de Mecanismos de Reacciones Bioquímicas, optativa de cuarto). Roberto fue para mi uno de esos profesores que recuerdas siempre y que te hacen crecer la afición por las materias que explicaba. José María Odriozola (recién vuelto de América, a cuyas clases de Bioquímica iba para ver de otra forma lo que Roberto nos contaba en las suyas y que fue también mi profesor de Metabolismo). Pepe Gavilanes que, de forma asombrosamente didáctica, nos explicó Técnicas Instrumentales (y que, además, era de mi barrio de Canillejhas en Madrid). Y José Luis Barbero y «Nano» Perera que fueron mis profesores de Genética Molecular en una época en la que, prácticamente, la Genética Molecular aún no había nacido. Al menos tal y como la conocimos unas décadas más tarde.
A todos ellos, es el momento de agradecerles el habernos guiado y, en el camino, haber encontrado a Lehninger y a Stryer.
Hola Lluis:
Bonito artículo. En la USAL eran tanto de Lehninguer como de Stryer. Dependía más de la facultad. En farmacia consulté más el primero. Sin embargo cuando estudié bioquímica me incliné más por el segundo. Ambos son estupendos libros.
Definitivamente Stryer, mucho más ameno, atractivo y visual. Tal como escribe Anna Bassols, siempre he sido y sigo impartiendo docencia como profesor emérito utilizando el Stryer. Gracias Lubert por haber creado adictos a la Bioquímica
Ambos son textos estupendos. Como estudiante usé principalmente el Stryer porque es el que me compré y tenía en casa. Pero como docente he empleado más el Lehninger, si bien hay determinados temas que me gustan más en el Stryer. En las últimas ediciones además vienen con muchísimos recursos digitales muy útiles.
Se me ha olvidado un recuerdo que me acaba de venir a la mente. El viaje a la habilitación para titular a Salamanca, desde Zaragoza, con el Lehninger y el Stryer en la maleta, para la preparación de la clase (daban una hora para prepararla después de sacar las bolitas del sorteo). Creo que no olvidaré nunca el trayecto Atocha-Chamartin y viceversa; no recuerdo si fue a la ida o a la vuelta que una de las escaleras mecánicas no funcionaba.