En nombre del Presidente y del resto de la Junta Directiva actual nos entristece compartir la noticia del fallecimiento, acontecido hoy, de Don Federico Mayor Zaragoza, a los 90 años (1934-2024), socio fundador, expresidente y uno de los más destacados socios de honor de nuestra sociedad. Hoy perdemos un gran bioquímico que fue, además, profesor, mentor, referente y humanista, trabajador incansable por la prevalencia del conocimiento científico y la paz, en España y en todo el mundo. Uno de los científicos fundadores de la ciencia que disfrutamos actualmente en nuestro país con una enorme influencia (un influencer de los de verdad), directamente por su trabajo y por sus múltiples cargos en numerosas instituciones (Rector de la Universidad de Granada 1968-72, Ministro de Educación y Ciencia 1981-82, Director General de la UNESCO 1987-1999,…) como con el legado que deja a través de sus discípulos, y los discípulos de sus discípulos. E indirectamente a través de todos los magisterios y conferencias impartidas por todo el planeta. Y de todo aquel que pudo gozar intelectualmente de sus sabias palabras en todo discurso que pronunció.
Mandamos nuestras más sinceras condolencias a la familia, con un especial recuerdo y un cariñoso abrazo a su hijo Federico Mayor Menéndez, también expresidente y socio de honor de la SEBBM. Condolencias extensivas a sus amistades, compañeros y colegas, todos apenados por esta triste noticia.
Descanse en paz.
He sentido mucho el fallecimiento de D. Federico. Tuve el privilegio de asistir a sus clases como alumna en la Licenciatura de Biología de la Universidad de Granada y quiero compartir el testimonio de su extraordinario magisterio. Muy probablemente contribuyó en mi elección para dedicarme a la Bioquímica y Biología Molecular. Suscribo por completo el obituario del Dr. Montoliu porque resume de forma muy acertada la grandeza de su legado. Muy triste con la noticia, siempre recordaré al profesor Mayor Zaragoza, a D. Federico, en todos los ámbitos de su legado como persona comprometida e incansable en la divulgación del saber y la cultura (la cultura de verdad).
Una vez le oí decir que le gustaba la palabra «ojalá». Estoy segura de que todo su enorme trabajo no habrá sido en vano y ojalá que florezca todo lo que que sembró, con el entusiamo que le caracterizaba, para lograr un mundo libre y en paz.
Desde aquí quiero dar mi más sentido pésame a su familia, especialmebte a su hijo, Federico Mayor Menendez.