P-. ¿Podría resumirnos en unas líneas su recorrido profesional?
R-. Durante muchos años he ejercido mi profesión y mi pasión por la Inmunología, y lo he hecho desde muchos y diferentes ángulos de vista, aunque todos y cada uno de ellos, por muy diferentes que fueran, dejaban entrever la importancia de los procesos biológicos y bioquímicos como base a la respuesta inmunológica.
P-. ¿Puede hacernos un repaso breve de su trayectoria como investigador? ¿En qué consiste su área de investigación?
R-. Mi investigación comenzó en el Hospital Clínica Puerta de Hierro y siguió en un centro de alta especialización, CIB del CSIC, pero en medio hubo muchas estancias en distintos laboratorios internacionales de prestigio, centros como los Institutos NIH en Washington, la Universidad UCLA, el Instituto ISREC de Cáncer Suizo, el Hospital Marsden del Cáncer en Londres, o el Hospital Ninewells en Dundee, donde compartí distintas etapas de mi vida con profesionales de altísimo prestigio y donde aprendí que la investigación debe ser algo más que una profesión, debe ser una forma de vivir y de compartir la vida.
Mis estudios iniciales sobre los factores de crecimiento de los linfocitos T y los receptores que los controlan se iniciaron en la Clínica Puerta de Hierro y siguieron en el Centro de Investigaciones Biológicas, centro de investigación básica incluido dentro de la estructura del CSIC. En ambos centros pude aproximarme a los modelos moleculares que regulaban la proliferación celular de los linfocitos T, como célula responsable en la respuesta inmunológica. La respuesta inmunitaria depende de las interacciones celulares entre células de la respuesta innata -donde intervienen células presentadoras de antígeno, que secretan factores, citocinas y quimiocinas, claves para que la respuesta adaptativa –basada en los linfocitos T y B- permita una respuesta selectiva y masiva contra los agentes que nos invadan. Todos estos son procesos moleculares intracelulares que dependen de los mensajes que reciben las células a través de receptores y que estos envían como señales moleculares al interior de la célula. Estos procesos bioquímicos son complejos y están finamente regulados a través de receptores de una enorme especificidad como la que tienen las células B, que pueden secretar inmunoglobulinas que constituyen hoy una de las herramientas más sólidas utilizadas en muchas nuevas terapias, desde nuevos antibióticos, hasta poderosos agentes frente al cáncer.
Fue precisamente la búsqueda del papel que el sistema inmune juega contra el cáncer lo que me llevó a interesarme por los procesos moleculares que llevaban a la proliferación y regulación de las células tumorales (oncogenes y genes supresores de tumores). Si la proliferación depende de procesos bioquímicos que se dan el interior de las células, también ocurre con aquellos genes que regulan procesos que evitan que la células se transformen. Estos genes y sus proteínas reguladoras, como p53, son claves para entender los procesos que dentro de las células se asocian a los sistemas de reparación de fallos en la lectura correcta del DNA o la reparación de los posible fallos en su transcripción. La proteína TP53 es clave en estos procesos y a pesar de ser una de las proteínas más estudiadas, aún desconocemos su función completa y su papel como regulador de la transformación celular.
P-. ¿Además de su labor investigadora, qué otros aspectos destacaría de su trayectoria profesional?
R-. Nuestra misión no solo es aprender sino mejorar lo aprendido y trasmitir estos conocimientos a la generación siguiente. De ahí la importancia de participar activamente en la formación de nuevas generaciones, y de apoyar la creación de tesis doctorales de alta calidad, avaladas por artículos científicos de calidad, publicados en revistas de alto prestigio científico. Creo que en este sentido he tratado de ser una persona muy activa.
También he participado activamente en la gestión de la investigación, inicialmente desde los propios centros de investigación, hasta acciones más globales, participando en la elaboración de planes científicos asociados al Instituto de Salud Carlos III, donde ejercí como Subdirector General de Investigación en dos etapas diferentes del Instituto.
Esta etapa de gestión incluye también mi etapa como Director General del Ministerio de Sanidad, entre 2008-2010, en la que llevamos a cabo una importante apuesta por la investigación y el desarrollo de nuevas terapias basadas en células madre o en células modificadas genéticamente. Las Terapias Avanzadas representaban un nuevo modelo de medicamentos y su generación y desarrollo se basó por entero en la construcción de nuevos modelos celulares capaces de sustituir a aquellas células dañadas. Este proceso de reparación es llevado a cabo de forma fisiológica por las células madre de los tejidos, de ahí que su estudio y las modificaciones bioquímicas que subyacen a estos cambios sean claves para entender cómo generar estas futuras herramientas terapéuticas. Aún es pronto, pero cada día más, nuevos datos apuntan a que las células madres y las células modificadas genéticamente podrán llegar a ser terapias claves para el tratamiento de enfermedades hoy por hoy incurables.
P-. ¿Cómo llegó a la industria farmacéutica?
R-. De mi etapa como gestor a mi aproximación a la industria farmacéutica fue solo un paso. Primero en Celgene, como fundador de un laboratorio de investigación enfocado a las terapias onco-hematológicas, luego en una pequeña empresa, Althia, dedicada a la investigación en biomarcadores y en patología humana, y más recientemente en MSD, compañía biofarmacéutica que quiso contar conmigo para apoyar los nuevos avances en inmuno-oncología, área de investigación que representa el mayor reto terapéutico para el tratamiento del cáncer, y que aúna mis dos sueños: el uso de los procesos moleculares asociados a la regulación del sistema inmune y la investigación para combatir el cáncer.
Solo entendiendo los procesos que subyacen a una patología o enfermedad estaremos más cerca de encontrar su mejor terapia. Son los procesos moleculares los que nos permiten encontrar las soluciones, de ahí que la Bioquímica esté en el eje del conocimiento de los fármacos innovadores y su uso como agentes terapéuticos.
P-. Por último, ¿qué consejo daría a los alumnos que están estudiando Bioquímica? ¿Qué pasos cree que son importantes seguir, tras obtener el título?
R-. Mi experiencia se basa en hacer bien el trabajo y en perseverar. Lo primero que debe hacer un alumno, es centrar lo máximo posible el área en que quieres especializarte, sobre todo al principio. Aquí puedes apoyarte en el consejo de algún profesional más formado, pero sobre todo en tu propio sentido. Nadie mejor que tú sabes hacia dónde quieres dirigirte en un próximo futuro. Pero lo importante es empezar, y el acierto en el área lo sabrás cuando ahondes en la especialidad. No hay ninguna especialidad mejor que otra, es como la entiendas y como la sientas.
Frente al escaso trabajo, busca apoyos, indaga en los laboratorios y empuja. Ahora se necesitan a personas que como tú empujen y demuestren el valor de la bioquímica. Cada laboratorio, empresa, o institución busca a gente preparada, pero sobre todo a personas entusiastas y dispuestas a trabajar.