Los profundos cambios políticos, económicos y sociales producidos en el mundo, y especialmente en Europa, coincidiendo con el cambio de siglo propiciaron un movimiento organizativo en la clase científica española, convencida de la creciente influencia que la ciencia iba adquiriendo en la realidad que se estaba configurando. Se hacía, por tanto, imprescindible disponer de una entidad capaz de canalizar las iniciativas de las sociedades científicas y representar a la ciencia ante la sociedad y los poderes públicos. Resultado de estas inquietudes y tras diversas reuniones en las que se consiguieron amplios consensos, en octubre de 2003 se celebró un acto fundacional con la participación de 42 sociedades científicas, en el que se constituyó la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) y se aprobaron sus estatutos. La Junta de gobierno provisional, organizadora del acto, la formaban Alfredo Tiemblo y Manuel de León, y estaba presidida por Eduard Salvador. De las elecciones celebradas en marzo de 2004 surgió el primer presidente de COSCE, Joan Guinovart. En colaboración con su Junta de gobierno, emprendió la tarea de revisar los estatutos para adaptarlos a las necesidades de la Confederación, dotó a la organización de las estructuras necesarias para su funcionalidad y administración, inició los proyectos que irían definiendo las grandes líneas de actuación de COSCE, abrió canales de comunicación con la sociedad y los poderes públicos e incrementó de manera significativa el número de sociedades integradas.
Objetivos
La necesidad de identificar a la comunidad científica como un interlocutor coherente e integrado tanto de la propia sociedad como de los poderes públicos, se revela como un requisito en la vertebración social, tantas veces reclamada, de nuestro país.
Es por esta razón que las sociedades científicas consolidan su compromiso de seguir contribuyendo a esta empresa común a través de la COSCE, que tras las últimas incorporaciones agrupa a 88 sociedades que representan a más de 40 000 científicos.
Los fines de la COSCE, recogidos en sus estatutos, son los siguientes:
- Contribuir al desarrollo científico y tecnológico de nuestro país.
- Actuar como un interlocutor cualificado y unificado, tanto ante la propia sociedad civil como ante sus poderes públicos representativos en asuntos que afecten a la ciencia.
- Promover el papel de la ciencia y contribuir a su difusión como un ingrediente necesario e imprescindible de la cultura.