Artículo publicado por Guadalupe Sabio y María Mayán dentro de una colaboración de El País Ciencia/Materia con el Grupo de Mujer y Ciencia de la SEBBM.
Hoy se celebra el 11F, declarado en 2015 Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, con el fin de despertar vocaciones, visibilizar la contribución y el trabajo de las científicas, y para alcanzar la tan deseada igualdad de género en la ciencia. Una igualdad que no llega.
¿Por qué necesitamos un día así en pleno siglo XXI? A pesar de que cada vez hay más mujeres que se dedican a la ciencia, su presencia en los puestos de toma de decisiones no alcanza el 23%. La pérdida de talento a medida que avanza la carrera científica es patente. El sesgo de género en ciencia es un hecho que demuestran varios estudios publicados en revistas científicas de prestigio. Por ejemplo, en la Universidad de Yale demostraron que, con un curriculum idéntico con una J en el nombre, cuando se evaluó a John fue mejor valorado y recibió una oferta salarial superior a la de Jennifer. El sesgo de género era independiente de la edad y, a su vez, del género del evaluador o evaluadora. Este sesgo es transversal y viene de nuestra educación, en la que a hombres y a mujeres se nos ha inculcado que son ellos los que tienen ciertas capacidades relacionadas con la inteligencia o la genialidad. Por eso, esta reivindicación no es una lucha solo de las mujeres, debe ser una concienciación de toda la sociedad. El progreso no puede perder el 50% de su potencial.
Estos resultados ponen de manifiesto que, todavía, en pleno siglo XXI, hay estereotipos y prejuicios que perpetúan la idea de que las mujeres somos “menos capaces”. Por eso, tenemos un 20% menos de posibilidades de conseguir un proyecto o un contrato de investigación. Teniendo en cuenta que la ciencia elige solo a los mejores, pequeñas piedras a lo largo del camino significa mujeres que se van quedando atrás. Sabemos que, para no perderlas, necesitamos una carrera profesional estable. La inestabilidad es otra piedra que nos afecta más a nosotras. Somos conscientes de que la ministra de Ciencia está trabajando en ello, y la animamos a que consiga una carrera científica estable y un aumento de la inversión en I+D+i.
A pesar de que podríamos ser optimistas y pensar que, poco a poco, vamos a mejor, los últimos estudios publicados en Nature indican que existe sesgo incluso en el número de citaciones que reciben las mujeres respecto a los hombres. Es decir, no solo nos cuesta más publicar, sino que luego nos cuesta más que nuestras publicaciones sean difundidas por nuestros propios compañeros y compañeras. También se nos dan menos oportunidades de participar en los congresos, con lo que la capacidad de mostrar nuestros hallazgos es mucho más reducida.
Por eso, no sorprenden estudios como el publicado en la revista Science que demuestran que las niñas ya a partir de los 6 años asocian la genialidad con el género masculino, a pesar de que ellas obtienen mejores notas en materias STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés).
Las razones – sociales, económicas, e incluso personales – que subyacen en las desigualdades de género son complejas. Por eso, las medidas que se deben acometer no son sencillas y requieren una aproximación integral. Pero se puede y se debe actuar para cambiar la percepción social de la mujer científica y emprendedora. Desde la sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular hemos organizado un encuentro entre Científicas y Emprendedora en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, en colaboración con la Asociación Española de Bioempresas, la Asociación Española de Investigacion contra el cáncer y el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Todas estas entidades han puesto en marcha distintos programas de visibilización, formación y liderazgo de mujeres científicas y emprendedoras. Queremos romper estereotipos de género y favorecer la igualdad desde etapas muy tempranas de la educación. Por este motivo, desde el 11 de febrero hasta el día 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, tendrá lugar una ronda de conversaciones entre científicas y emprendedoras relevantes en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, que durará para que los alumnos y alumnas puedan conocerlas, hablar con ellas y sentirse identificadas. El ‘‘efecto espejo’’ funciona.
Estas actividades, organizadas de forma voluntaria y con un esfuerzo por parte de las investigadoras y emprendedoras participantes, tienen un recorrido limitado si no cuentan con apoyo institucional. Necesitamos ayuda para que no caiga todo el peso sobre esas mujeres que llevan una mochila demasiado pesada. Necesitamos el apoyo de instituciones y de la administración para contribuir al éxito social de estas iniciativas y, por ello, solicitamos que se promuevan programas que visibilicen y aborden la raíz de las desigualdades, aseguren una carrera profesional digna y permitan que nuestras investigadoras y emprendedoras ocupen el lugar que les corresponde por sus capacidades.
Y, ¿por qué es tan importante que las mujeres estén bien representadas en la ciencia?
La falta de mujeres en puestos de liderazgo científico ha llevado hasta a afirmar cosas tan estrambóticas como que las mujeres tenemos menos capacidades porque nuestra cabeza es más pequeña, o incluso a dejar de estudiar cómo nos afectan a nosotras las enfermedades. Parece mentira, pero, a día de hoy, una mujer con un infarto de miocardio tiene el doble de probabilidad de morir que un hombre porque los síntomas masculinos se han considerado los genéricos.
El Foro Económico Mundial estimó que no se alcanzaría la igualdad económica entre hombres y mujeres hasta dentro de 100 años. Por esta razón, creemos que es necesario implementar mediadas correctivas que fomenten la igualdad, como las cuotas de género. Se necesitan mujeres en los cargos de liderazgo y responsabilidad, así como evitar la brecha de género en la contratación y promoción de personal investigador. Un ejemplo de que el problema persiste, a pesar de la percepción social y de la visibilidad en estos últimos años, son los datos de muchos de los centros de investigación a nivel nacional donde el número de jefas de grupo no supera el 10%, apenas se encuentran mujeres en los puestos de direcciones científicas ni en los programas más jóvenes de captación de talento como el Icrea o el Ikerbasque. En este último, de 290 investigadores jóvenes contratados en estos últimos 14 años, 219 han sido hombres y 71 mujeres. Los datos del Icrea son todavía más desoladores: de 268, solo 51 mujeres.
Nos parece esencial disponer de encuestas anónimas y auditorias externas que permitan conocer la situación real en la que se encuentran nuestras instituciones científicas. Esto en España todavía no se ha hecho. Necesitamos eliminar los ambientes hostiles para las mujeres en los centros de estudio y de trabajo. ¿Cómo poder solucionar un problema si antes no lo hemos estudiado y no conocemos su dimensión?
Debemos asegurar la implementación de planes reales de igualdad. España se enfrenta a importantes retos para la reconstrucción económica y social y no podemos permitirnos perder el 50% de nuestro talento. El día 8 de febrero celebramos un encuentro con la Reinadoña Letizia y la ministra de Ciencia, entre otras autoridades, para empoderar a las niñas, a las adolescentes y a las mujeres adultas, para que sueñen y sean capaces de alcanzar sus metas.
Que alcancemos el impacto real que merecemos es responsabilidad colectiva, de hombres y mujeres. Pero no olvidemos que, para alcanzar la igualdad y superar estas barreras tan arraigadas en nuestra educación, necesitamos visibilizar, legislar y educar en igualdad. Las medidas voluntarias implantadas en estos últimos 10 años en la Unión Europea no han conseguido romper el techo de cristal. Lo dijo recientemente la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen: es tiempo de legislar para asegurar que las mujeres ocupen puestos de liderazgo y responsabilidad. Recuerden que el talento no depende del género, por eso, lo que pedimos es lo que la ciencia nos indica que sería lo justo: la igualdad.
Guadalupe Sabio es investigadora jefa de grupo en el CNIC y pertenece al Grupo Mujer y Ciencia de la SEBBM (Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular).
María Mayán es investigadora jefa de grupo en el INIBIC y coordinadora del Grupo Mujer y Ciencia de la SEBBM.
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