Fue discípulo de Severo Ochoa, realizando gran parte de su actividad investigadora en EE.UU. Regresó a España en los años 70 y dirigió el Instituto Citológico de Valencia entre 1977 y 1991. Este mismo instituto sería el que acabaría transformándose en 2005 en el Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF). Grisolía recibió el Premio Príncipe de Asturias en 1990 por sus investigaciones sobre el ciclo de la urea. En los últimos años su actividad más reconocida ha sido la promoción de la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados, institución que cofundó y que otorga anualmente los prestigiosos premios Jaime I. Grisolía también presidía el Consell Valencià de Cultura, el órgano consultivo de la Generalitat valenciana. Nos deja uno de los investigadores más prestigiosos e influyentes de la comunidad científica española, mentor de toda una generación de bioquímicos valencianos.