Entrevista a Isabel Merida de San Román

Licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid, la Dra. Mérida inició su carrera investigadora trabajando en señalización por insulina bajo la dirección del Dr. José María Mato en la Fundación Jiménez Díaz en Madrid.

Tras defender su Tesis Doctoral, en 1988 se trasladó al laboratorio del Dr. Mike Czech en la Universidad de Massachussets donde continuó trabajando en los mecanismos de regulación por insulina. En 1991 se unió al grupo del Dr. Glen Gaulton, en la Universidad de Pensilvania, donde comenzó a trabajar en los mecanismos de señalización que regulan la respuesta de los linfocitos T. En 1993 la Dra. Mérida regresó a Madrid donde se incorporó al, por entonces, recién creado Centro Nacional de Biotecnología (CNB), como científica titular del CSIC. Desde entonces la Dra. Mérida lidera un grupo de investigación en el Departamento de Inmunología y Oncología en el CNB. El trabajo del equipo ha contribuido a describir el papel de las Diacilglicerol Quinasas (DGK) como reguladores negativos de la respuesta inmune. Desde entonces, el grupo trabaja para entender mejor los mecanismos que regulan estas enzimas para poder manipular su función con fines terapéuticos. Durante los últimos años el interés del grupo de la Dra. Mérida se ha centrado en entender como la manipulación farmacológica de las DGKs puede contribuir a aumentar una respuesta inmune más efectiva frente al cáncer.

P.- Cuéntanos brevemente qué proyecto estáis haciendo en el laboratorio.

R.- En el laboratorio estamos muy interesados en identificar mecanismos que ayuden a reactivar la respuesta inmune en cáncer. Durante años hemos estado trabajando con una familia de enzimas que regulan de manera negativa la respuesta citotóxica de las células T. Varios grupos, incluyendo el nuestro, han visto que la expresión de estas enzimas aumenta mucho en los linfocitos que infiltran tumores sólidos muy avanzados. Así que nuestro objetivo ahora es entender mejor los mecanismos que regulan la activación de estas enzimas y buscar maneras de inhibir su actividad o reducir su expresión.

P.- ¿Por qué eres científica?

R.- Creo que durante mis años de formación tuve mucha suerte al encontrar personas entusiastas que me trasmitieron su interés por la ciencia. En el último curso antes de entrar en la Universidad (el COU en mis tiempos) tuve un profesor de Biología extraordinario. Él fue responsable de que eligiera la carrera de Bioquímica. José Maria Mato, mi director de Tesis, me trasmitió su entusiasmo por la investigación y me “empujó» a irme a Estados Unidos cuando terminé la Tesis. Desde entonces nunca me ha planteado hacer nada distinto.

«Creo que durante mis años de formación tuve mucha suerte al encontrar personas entusiastas que me trasmitieron su interés por la ciencia.»

P.- ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

R.- Me gusta mucho el contacto constante con gente joven y brillante que constantemente busca avanzar. Participar en su formación y verlos desarrollar sus capacidades es un trabajo muy gratificante. La oportunidad de conocer y colaborar con investigadores de diferentes partes del mundo te brinda oportunidades de conocer otras culturas y tener amigos en muchos países. Y por último por supuesto el ser dueño de tu tiempo. Creo que es un privilegio el poder elegir qué aspectos de la ciencia son interesantes y continuar aprendiendo cada día.

P.- ¿Qué es lo que menos te gusta? 

R.- ¡¡La burocracia!!! Los jefes de laboratorio dedicamos incontables horas a rellenar papeles, informes, solicitudes, evaluaciones. Son muchas horas que sientes perdidas. Otro aspecto muy negativo de la ciencia, endémico en España, es la falta constante de financiación que te hace vivir en un continuo sobresalto sin saber si podrás mantener tu laboratorio en marcha. Estos dos aspectos influyen muy negativamente en la paz de espíritu que mantiene la creatividad y la capacidad de entusiasmo.

P.- ¿Crees que ha sido complicado llegar a la situación profesional en la que te encuentras ahora?

R.- Depende lo que se considere complicado. Llegar a donde estoy ahora ha requerido mucho trabajo, pero siempre tuve claro que era una decisión personal que me compensaba. 

P.- ¿Piensas que tu trayectoria profesional hubiera sido diferente si no hubieras sido mujer? ¿Por qué?

R.- Creo que en general las mujeres adolecemos de una falta de confianza que nos limita mucho el avance en la carrera científica. La sensación de no ser suficientemente buenas nos impide en ocasiones aceptar responsabilidades o tomar riesgos. En mi caso siempre pensé que este «síndrome del impostor» era algo que solo me pasaba a mi, pero luego he encontrado que muchas de mis compañeras también sentían lo mismo. ¡Las mujeres tendemos a tener en nosotras mismas a nuestra peor enemiga! En definitiva, no creo que mi carrera hubiera sido muy diferente de haber sido hombre, pero seguramente hubiera tenido menos momentos de duda.

P.- ¿Cuáles crees que son los principales retos para alcanzar la igualdad de las mujeres en la carrera científica?

R.- Lo primero una educación desde la infancia que impida a las niñas desarrollar esa idea de no valgo o no puedo. Y más tarde contar con mecanismos que ayuden a compaginar la maternidad con el trabajo: horarios flexibles, guarderías en los centros de trabajo, jornadas a tiempo parcial, este tipo de cosas es muy importante ya que el periodo de mayor desarrollo profesional en la mujer coincide normalmente con los años de tener familia. La mayoría de las mujeres abandonan la carrera científica en ese periodo y es ahí donde el sistema debe de brindar mayor apoyo.

«Hay tantas mujeres en ciencia que me parecen referentes que no puedo nombrar a ninguna. La lista es larga.»

P.- ¿Cómo crees que se puede promover la igualdad de oportunidades de las mujeres?

R.- Las mujeres estamos cansadas de oir predicar políticas de excelencia científica a la hora de reclutar investigadores, elegir directores de departamentos o nombrar miembros de comités asesores donde finalmente solo aparecen hombres. «No es machismo, es que los mejores resultan ser hombres». Este es el mantra con el que hay que terminar. Siempre he estado en contra de las políticas de paridad, pero con la edad me voy dando cuenta de que las mujeres van quedando atrás porque el sistema las va arrinconando. Los criterios de evaluación dictados por hombres suelen favorecer a los hombres y aunque la ciencia es muy aséptica en ese sentido aumentar la presencia de las mujeres en puestos de liderazgo es importante. En ese sentido potenciar políticas de igualdad de género en los departamentos de investigación ayudaría por ejemplo a dar más oportunidades las mujeres a dirigir laboratorios.

P.- Propón una mujer líder en el ambito científico que destacarías como referente.

R.- No me veo capaz. Hay tantas mujeres en ciencia que me parecen referentes que no puedo nombrar a ninguna. La lista es larga.