El intestino es un órgano esencial para la digestión y la extracción de los nutrientes, lípidos, carbohidratos y proteínas, pero su papel en las enfermedades metabólicas no se ha investigado en profundidad. El concepto de qué péptidos y factores segregados por el intestino participarán en la regulación de la secreción endocrina se planteó al comienzo del siglo XX. Los primeros estudios se centraron en el papel de las hormonas del intestino en la función gastrointestinal, tales como secretina en la secreción pancreática, colecistoquinina en la contracción de la vesícula biliar y gastrina sobre la liberación de ácido gástrico. Más tarde, se introdujo el término «incretina» para describir los factores liberados del intestino que podrían estimular la secreción de insulina. Este efecto produce aproximadamente el 50 a 70% de la insulina total secretada después de la ingestión de glucosa. En los seres humanos, se identificaron dos péptidos responsables de los efectos de incretina, GIP (anteriormente llamado polipéptido inhibitorio gástrico) y GLP-1 (péptido similar al glucagón-1). Ambos péptidos son secretados en respuesta a la ingestión de alimentos y ambos potencian la respuesta inducida por la glucosa en la secreción de insulina.
Además de GIP y GLP-1, otros factores secretados por el intestino tienen efectos en numerosos órganos, incluyendo el cerebro, hígado, tejido graso y páncreas, y regulan el almacenamiento de energía, la lipólisis, el peso, el apetito, la sensación de saciedad, la viabilidad de las células ß y el metabolismo de la glucosa. Estos péptidos incluyen el péptido YY, la oxintomodulina, la grelina y muchos otros. Aparte de estos péptidos intestinales, estudios recientes sugieren que la comunidad microbiana residente en el intestino desempeña un papel en el desarrollo de resistencia a la insulina y diabetes. Distorsiones en la composición y consecuentes funciones de esta microbiota potencialmente podrían contribuir a una amplia gama de enfermedades, incluidas las cardiovasculares, diabetes, enfermedades inflamatorias y enfermedades neoplásicas.
Además, se ha demostrado recientemente que la cirugía bariátrica, concebida originalmente para tratar la obesidad, puede ayudar a la diabetes. De hecho, la diabetes de tipo 2 mejora, o incluso se cura, poco después de estas operaciones y antes de la pérdida de peso. Varios mecanismos median este efecto antidiabético, incluyendo la mayor secreción de péptidos (por ejemplo, GLP-1) desde el intestino, fenómenos relacionados con la exclusión del intestino al contacto con los nutrientes ingeridos, la disminución en la secreción de grelina y probablemente otros efectos adicionales sin descubrir. Está cada vez más claro que el intestino desempeña un papel importante en la homeostasis de la glucosa, en la regulación y la secreción de insulina y en la sensibilidad a la misma.
La caracterización adicional de la función intestinal y la identificación de otros factores que contribuyan al desarrollo de las enfermedades metabólicas y cardiovasculares son parte de la estrategia para encontrar nuevos tratamientos farmacológicos de la diabetes y enfermedades asociadas.
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